Por qué el venezolano no ama su patria, y no hemos consolidado un Estado transparente y funcional
De la familia y la crianza
Uno
de los aspectos no. El aspecto más importante en el desarrollo de toda
sociedad, es la familia. Sí, allí donde nace todo, donde todo se forma, se
crea, se desenvuelve, en casa, en esas cuatro, ocho, diez, doce, cuarenta
paredes, donde la vida empieza y te preparas para enfrentarla, he allí la base
de todas nuestras virtudes y desgracias.
En
Venezuela, país tropical, de clima agradable, de gente buena, abierta,
cariñosa, habladora; como en toda nación, la familia juega un rol fundamental,
pero, ¿cuál ha sido el error habitual propagado desde los senos familiares en
los últimos años para que nuestra país se venga abajo de tal manera? Para
empezar, mostrarles a los niños el exterior como algo mucho mejor que nuestro
país, las madres de la clase media y alta, en su gran mayoría (porque no
podemos generalizar), desde muy pequeños empiezan a venderle la idea a sus
hijos de que afuera se vive mejor, de que en Venezuela no hay futuro, que
nuestro país (así no usen la palabra con menores) es una mierda. ¿El resultado?
Falta de amor, pertenencia, y pasión por su país de origen. Un país es lo mismo
que una gran empresa, que un vecindario, que la propia familia, si no existe
amor y pertenencia de por medio, es imposible que surja y no se deteriore. El
amor hacia nuestro lugar de origen, no es “nacionalismo estúpido o insensato”
como algunos “intelectuales” de la época nos quieren mostrar. Somos ciudadanos
universales dicen; el mundo no debería tener fronteras, dicen; pues bien,
quisiera ver al primer venezolano que se vaya a Irak a pelear contra los gringos,
o a Palestina a defenderse de los israelís; o a esos propios ciudadanos
universales que tanto disfrutan de la diversidad de culturas, verse inmersos en
un mundo sin fronteras donde la tecnología acoja las costumbres, y se viva
igual en Beijing y en Dublín. No, no es egoísmo, sencillamente así como dentro
de nuestros vínculos familiares, nos ocupamos de atender a nuestro padre una
vez envejecido, y a nuestros hijos una vez nacidos, y no lo hacemos por el hijo
del vecino, ni por el padre del jefe de uno, tampoco podemos avocarnos
pertenencias sentimentales con países muy alejados de nuestra realidad. Es
cierto, la xenofobia, el racismo, y todo aquello que tenga que ver con
exclusión, es semejante barbarie y sinónimo de retraso mental (no se puede
explicar de otra manera); pero lo nuestro es lo nuestro, y si nosotros mismo no
nos encargamos de proteger, propagar, cuidar, y desarrollar lo nuestro, nadie
más lo hará por nosotros.
Venezuela
es un país que le puede ofrecer a todos y cada uno de los venezolanos mejores
oportunidades de vida que en cualquier lugar del mundo, y la única razón por la
cual esa utopía no se ha llevado a cabo en nuestro país, es precisamente por
ello, la falta de arraigo, protección y orgullo hacia lo nuestro; ese
desinterés que tiene el venezolano por luchar cada vez que se aviene un
problema, esa inédita costumbre en nuestro país de emigrar (no de Venezuela)
sino de los problemas; a mí parecer, abandonar nuestro país de origen por que
pasa por un mal momento, es lo mismo que abandonar a nuestros padres enfermos en
la vejez, que abandonar a un amigo que pasa por una mala situación (económica,
psicológica, sentimental), o inclusive a un hijo porque ya no le encuentra
solución a sus problemas. ¡Ojo! No critico a quien abandona el país porque
quiere conocer, aprender de otras culturas, vivir nuevas experiencias, o
inclusive porque verdaderamente lleva ese gen congénito de no aferrarse a
ningún lugar; a quien critico es a quien se va diciendo: Venezuela no sirve
para nada (es una mierda), en Venezuela no hay vuelta atrás, es una porquería,
yo mejor me voy antes de que esto termine de hundirse, y regreso si es que
mejora. A ese si la verdad que no lo quiero en la Venezuela del futuro.
En la
acera de enfrente tenemos a nuestros hermanos colombianos, la gran diferencia
con nosotros es que ellos han librado sus luchas, ellos llevan en alto y con
orgullo la bandera colombiana y sus símbolos patrios. Es cierto, en Colombia
también hubo una alta emigración, pero la enorme diferencia radica en que por
lo menos, en lo personal, jamás escuché a un colombiano en el exterior hablando
sandeces de sus país. Ellos han salido adelante, lograron vencer en gran
porción la delincuencia, los sicariatos, los carteles de droga, su moneda es
hoy en día una de las más estables en la región, y finalmente nos dieron ese
revés económico; ahora no es el venezolano el que va a Colombia porque le sale
todo más barato, ahora es al contrario, y los felicito por ello. Pero quiero
que la moneda de mi país, sea la que vuelva a reinar en el continente, y por
qué no, en el mundo entero.
Por allá
en los años 60 logramos tener una de las monedas más fuertes, y una de las
economías más estables, ¿por qué no repetir? Las herramientas, los recursos,
los tenemos, sólo tenemos que volver al país en modo operativo, hacer cada
quién un poco de sacrificio, y aportar su granito de arena.
De las clases bajas: Hablar
sobre la crianza de las clases bajas en nuestro país, es un tema aparte que hay
que tocar con pinzas, y que realmente es muy difícil de digerir. Las
atrocidades que ocurren en los barrios de Venezuela a diario, son difíciles de
describir, más aún de comprender. Complicado es tratar de explicarle a un joven
de 20 años que ha salido de un barrio, en el cual desde que tiene uso de razón,
ha observado que quien tiene más poder, es el que usa más la pistola, que si no
se cae a coñazos siempre se la van a montar, que si no consume drogas siempre
es el más tonto, y que si sencillamente no es un malandro, no va a poder sobrevivir
en la jungla de concreto en donde vio la luz por primera vez ¿Cómo hacerle ver
que hay un mundo distinto allí afuera? ¿Qué se puede vivir sin pelear? ¿Qué no
hay necesidad de acudir a la violencia por cualquier problema? ¿Qué para eso
tiene las palabras? ¿Cómo? ¿Cómo hacerlo?
Bien, lo
difícil en todo esto es que los valores y costumbres son implantados en las
familias antes que en las escuelas, por tanto es difícil dejar todo en manos
únicamente del sistema educativo. Ya que los maestros forjan profesionales,
pero los padres forman ciudadanos. Es por ello que el Estado debe dar un fuerte
apoyo comunicacional a aquellos sectores y barrios del país con un alto déficit
de información, dotarlos de elementos que les permitan culturizarse, apoyarlos
con clínicas instructivas donde a través de sociólogos, psicólogos, e inclusive
sacerdotes y motivadores, les impartan información sobre normas de convivencia,
talleres comunicacionales; e inserten cerca de aquellas comunidades, no
únicamente cuerpos de vigilancia y seguridad, sino también dotarlos de
tribunales, para que en su medida, vayan aprendiendo que sus problemas pueden
ser resueltos a través de la ley, y no tomando la justicia en sus manos.
No es un
secreto, ni es innovación referir que dicho problema solo puede ser resuelto mediante
la educación; lo difícil, complejo, es que la educación penetre en zonas donde
la misma es vista como algo accesorio (dispensable). Hoy en Venezuela, la
calidad educativa ha decrecido enormemente, sobre todo en los niveles primarios
de educación, donde cada vez los niños resultan menos interesados en los
programas educativos, y a los maestros les interesa menos impartirles
educación. ¿Las razones? Programas educativos anticuados, temas de menor
importancia, y los bajos sueldos de los maestros, son los ingredientes
perfectos para propagar la Venezuela desastrosa del futuro. En historia
universal mucho se habla de guerras y de batallas, pero poco enseñan de
artistas plásticos, de músicos, escritores, no hablan de Luther King o Gandhi,
sino de Hitler, Mussolini, y actualmente Fidel Castro; se enseña lo negativo y
nefasto, y no lo lindo y lo sano, cosas que realmente inspiren positivismo en
los niños, biografías de auto superación, fomentación de metas extra-académicas.
En historia de Venezuela siempre hablamos de Simón Bolívar y la batalla de
Carabobo, lo hacemos casi cada año, pero nunca le hemos dicho a un niño quien
fue Armando Reverón, Simón Díaz, poco se habla de Rómulo Gallegos, y jamás
hacemos énfasis a los artistas contemporáneos de la Venezuela actual, aquellos
que llevan en alto el nombre de nuestro país.
Y es que
digo, ¿por qué a partir del bachillerato no comenzamos a desarrollar materias
optativas para el distinto gusto de los niños? Que la educación física no sea
solo una materia práctica, sino que aquel que sueña con ser futbolista,
pelotero, o cualquier otra cosa, puedan dictárseles clases de la teoría del
deporte, la ciencia del deporte, biografías de atletas; para otros clases de
literatura, música (practica y teoría), cine, expresiones plásticas, y así
vamos dejando atrás ese modelo supremamente teórico (que solo el 5% de los
niños disfruta), e implementamos un sistema educativo que verdaderamente
cautive y atrape el interés de los niños en nuestro país.
Las
mejoras salariales y condiciones laborales de los maestros es lo otro que no se
puede obviar, los maestros de nuestro país deben ser de los profesionales mejor
retribuidos en la nación, puesto que en manos de ellos se encuentra el futuro
de nuestra Venezuela. La única forma de sacar el barrio de la mente de las personas
de escasos recursos, es llevándoles a sus cabezas el mundo exterior,
enseñándoles lo que pueden conseguir con un poco de sacrificio y esfuerzo,
mostrarles las mejores cosas que les depara la vida. Informándoles que están a
tiempo de vivir mucho mejor, de no tener que dormir con un ojo abierto a la
espera de alguna agresión, que pueden llegar a casa a cualquier hora con toda
tranquilidad, y que a sus hijos no les pasará nada por salir a la calle.
¿Todo esto
puede lograrse? Sí, por supuesto. Pero para ello debe iniciarse esta
revolución; no la de las balas, los insultos y los atropellos; sino la del
amor, la música, la poesía, las letras, el deporte, y la cultura, esa es la
verdadera revolución.
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