De la corrupción en los cuerpos de Seguridad Nacional, leyes penales, y su reordenamiento para la protección al ciudadano.

De los cuerpos de seguridad nacional: Hace un par de días, (primeros días de enero 2014) me encontraba transitando la autopista regional del centro en el Estado Aragua, muy cerca de la entrada a Maracay, cuando mi teléfono comenzó a sonar (se trataba de mi padre) entonces contesté el teléfono, y si pasaron veinte segundos desde ese momento hasta que un policía me pasó por el lado y me pidió que me orillara, fue mucho (sí, hablar por teléfono sin el manos libres mientras conduces está prohibido en Venezuela) ¡Mierda! –Pensé-. De inmediato le dije a mi padre que le llamaría luego y me orillé a un lado en la autopista. El policía se acercó a mi ventana y me dijo: Disculpe señor, ¿puede bajar del vehículo?; claro, por qué no, aunque la verdad no había razón a mi parecer; ¿Sabe por qué lo detuve? –Me preguntó-; por supuesto, por hablar por teléfono –Le dije-. Mi negro, ¿y por qué habla por el teléfono si sabe que está prohibido?; de verdad lo lamento, fue una imprudencia, mi papá me llamó y contesté de inmediato; Mi negro pero eso está prohibido, ¿por qué no usó el manos libres? ¿sabe que eso amerita una sanción cierto? Por supuesto –le respondí-, fue imprudente de mi parte, póngame la multa, yo entiendo; entonces respondió ¿Me permite los papeles del vehículo, su licencia y certificado médico?; Claro no hay problema (aunque la verdad, aquí empezó el problema).
Mi certificado médico había expirado hace un par de semanas (algo que yo no había notado), y bueno, aunque lo hubiese notado, en San Cristóbal, o sus adyacencias, para esta fecha es un problema recurrente sacar el certificado médico y la licencia de conducir, muy pocas veces hay material, y cuando digo muy pocas veces me refiero a casi nunca (de hecho en el Estado Táchira existe una prohibición para multar por certificado médico vencido, debido a que no hay como sacarlos); cuando llega el material (si es que llega) la gente se vuelve loca (como todo en Venezuela) por sacar sus papeles y toca: hacer colas de horas o días, o pagarle a alguien para que te den tu licencia o certificado (sí, así toca hacer con todo en Venezuela); y bueno, como nunca se me ha pasado por la cabeza pagar por algo que es mi derecho como ciudadano, y que dicho sea de paso el Estado debería facilitarnos el acceso, como lo es una licencia de conducir o certificado médico, y realmente detesto enormemente hacer una cola (porque no me considero animal, me parece inhumano aguantar horas parado y sufriendo de calor, y soy de quienes piensa que con citas se trabaja mejor que con colas) tenía como consecuencia mi certificado médico vencido, razón que ameritaba una nueva sanción administrativa.
¡Ay! –Me dice el policía- Y tiene el certificado médico vencido, ¿por qué?; ¿De verdad querrá saber por qué está vencido? En el Estado Táchira no hay material para sacar certificados médicos, de hecho está prohibido multar por certificados médicos en el Estado –Le expliqué-. En Venezuela existen ciertos reglamentos tan estúpidos, ¿cómo es que alguien de veintitantos años de edad tiene que estar renovando cada dos años un certificado visual para conducir? Se cree de personas mayores de 45 años, cuando a lo mejor las cualidades visuales comienzan a perderse, ¿pero a los 20? ¿No es una burocracia supremamente innecesaria? Pero bueno, este es el país en el que vivimos. Lo lamento, pero tendré que ponerle otra multa porque en Aragua sí se necesitan vigentes –Me dijo-; De acuerdo –dije sin protestar-. Entiendo. Haga su trabajo.
Hasta ese entonces todo transcurría como debía de ser en un país civilizado, el policía reprendía mi incumplimiento con la ley, y yo no protestaba a sabiendas de que había irrumpido el ordenamiento; pero entonces, como muchas veces sucede en nuestro país, llegó el que nadie había llamado, y que por cierto, tampoco faltaba: ¿Qué pasa aquí? –Le dice el agente que recién llegaba en moto a su compañero- El ciudadano iba hablando por teléfono y tiene el certificado médico vencido, voy a armarle la boleta –Le responde a su compañero- Certificado médico vencido y hablando por teléfono, son dos sanciones, nada de boleta, hay que llevarlo al comando –dijo el recién llegado-. Entonces no pude evitar reírme; ¿Qué le causa gracia? –Me dice el recién llegado-; lo lamento, es que me dio risa eso de que por hablar por teléfono y tener el certificado médico vencido, me tienen que llevar al comando; ¿y qué tiene eso de gracioso? –Preguntó-; me dio risa aquello de llevarme al comando como si hubiese cometido un delito, porque es algo que no pueden hacer; ¡¿Qué no podemos hacer?! –Me dijo con prepotencia- ¿A qué se dedica ciudadano?; Soy abogado –le respondí-; ¡ah! Entonces piensa que porque tiene un título de abogado sabe más de la ley que yo que tengo doce años siendo policía de tránsito; la verdad no me interesa juzgar quien sabe más de ley entre usted y yo, sólo sé que no puede llevarme detenido por unas sanciones administrativas, eso es todo –Respondí-; ¿entonces piensa decirme usted qué puedo y qué no puedo hacer? Pues sabe qué, por acumular dos faltas, le acarrea suspensión de la licencia de conducir, y sin licencia no puede conducir, así que si no quiere más problemas, sígame ya pal comando, o llamaré una grúa para que se lleve el carro y usted tendrá que pagarla; habiendo dicho todo esto el recién llegado, no pude evitar sonreírme una vez más, un poco con hipocresía y otro poco con rabia, lo cierto es que sus palabras no me causaban gracia, pero debía reír un poco para evitar mostrar mi arrechera, mientras tanto lo único que pensaba era ¿A cuántos habrán jodido de esta manera?; si quiere llamar la grúa adelante, llámela, pero tendrá que pagarla con plata de sus bolsillos, porque yo no pienso pagar por algo que no pedí, y además bajo ninguna circunstancia permitiré que mi carro sea remolcado por un capricho suyo; segundo, mi licencia no puede ser revocada, el acto administrativo para revocar mi licencia, es por acumulación de cinco (5) infracciones de tránsito, y yo solo cometí dos, así que si quiere póngame por las buenas mi multa y yo me marcho, o después yo arreglaré este problema por otra parte, pues usted me tiene aquí retenido de forma ilegal; ¿Ilegal? –Resopló él- ¿Ilegal? –Me gritó- ¿Cree usted que sabe más que yo? ¿Se la tira de muy arrechito? –Me dijo afincando con fuerza sus dedos sobre mi pecho- Su vehículo va retenido, me lo llevo pal comando; -Entonces reí de nuevo-; ¿Se cree muy cómico catire marico? Vamos a ver con que se va a sonreír luego de que la parta la cara y todos los dientes; entonces me sorprendí, jamás imaginé que llegara un “oficial de seguridad” del país, a ofrecerme coñazos porque yo me rehusara a ofrecerle dinero y apegarme a la ley, porque por supuesto, su arrechera se debía únicamente a que yo no había cedido ante sus amenazas y ofrecido dinero; ¡Venga acá! –Me dijo- escondiéndose detrás de otro vehículo y quitándose los guantes y el casco ¡Venga acá! –Gritó-; entonces el otro oficial se acercó a mí y me dijo: haga caso por favor, vamos al comando y allá resolvemos el problema, yo no puedo contradecirlo a él porque es mi superior. Vamos al comando; ¡No! –Le dije- no pienso moverme, si quiere colóqueme mi multa y me largó, si no me va a tocar arreglar esto de otra manera; entonces el recién llegado comenzó a insultarme de nuevo y ofrecerme coñazos “Vente, ¿por qué no te alejas de tus amiguitos? Vámonos los dos pal monte”; entonces me cansé, tomé mi teléfono y empecé a marcar; ¿A quién llamas tú? –Me dijo-; ese no es su problema –respondí-, entonces me acerqué un poco, lo suficiente para leer el nombre de su camisa y pronunciarlo en voz alta. Entonces el tipo terminó de enfurecer, se abrió su camisa e insistía ofreciéndome golpes, la única razón por la que no había procedido él a dar la iniciativa, era de seguro por la enorme cantidad de vehículos que transitaban la autopista, y las personas que se encontraban dentro de mi carro. Me alejé con el teléfono y lo puse en mi oído; el otro oficial me preguntó con cierta complicidad: ¿A quién llamas? Ya me harté de ese tipo –le dije-, (en el fondo el recién llegado gritaba: te voy a meter preso maricón, por faltarle el respeto a un funcionario) estoy llamando a… -y le mencioné el nombre de uno de los mano derecha de Tareck el Aissami (Gobernador de Aragua) nombre que por mera casualidad había escuchado en días anteriores en una de las cuantas conversaciones políticas que tenía, y de alguna forma le di a entender que yo me encontraba vinculado al chavismo-; entonces el oficial se puso azul y se quedó a mi lado intentando escuchar que decía “Sí, es un tipo moreno, alto, medio gordo, anda en una de las patrullas motorizadas, aparentemente es el superior, estoy a unos metros de la entrada de Maracay en la autopista regional del centro, el tipo me ofreció coñazos y todo porque no quiero darle plata, se apellida p…, de acuerdo. Tranquilo. Yo espero.” Y tranqué el teléfono. Oiga mi negro –me dijo el oficial-, no tenía porque llamar, de verdad le pido disculpas en nombre de mi compañero; no señor –le dije-, usted no tiene porque disculparse, usted cumplía con su trabajo y de usted tengo las mejores referencias, pero aquel tipo, merece que le quiten la placa y que además le den una rumba de coñazos o le metan un tiro, por corrupto y por malandro. Tranquilo que ese problema ya se va a solucionar; entonces el oficial se fue a hablar con el recién llegado, le dijo un par de cosas, y el tipo se subió en su moto y se fue sin decir nada.
El oficial se acercó una vez más a mí: Mi negro, de verdad le pido disculpas en nombre de mi compañero, usted tiene que entender que uno a veces pasa sus arrecheras porque la gente se pone grosera; yo en ningún momento fui grosero –le respondí- únicamente le dije que no podía retener mi vehículo, ni mucho menos llevarme detenido-; bueno sí, yo sé, pero mejor dejarlo así, tome, allí están sus papeles, puede marcharse, pero procure no hablar por teléfono mientras conduce y renovar el certificado médico, ¿está bien? De acuerdo –le dije-, y sin decir más me subí enfurecido a mi auto y arranqué.
Se estarán preguntando, ¿a qué viene toda esta historia? Y bueno, la verdad, es que desde aquel día, no he podido dejar de pensar en aquello, en la impotencia que sentí, la arrechera que me dio, que un tipo con chapa y pistola amparado por el gobierno intentara amedrentarme de tal manera. Afortunadamente mis conocimientos técnicos y un poco de astucia me permitieron salir ileso de la situación, pero no puedo parar de preguntarme ¿A cuántos habrán jodido? Quiero pedir disculpas de antemano por cómo voy a expresarme, pero la verdad es que en el momento sentí ganas de tener yo una pistola y meterle un tiro a ese tipo. No era únicamente por el hecho de sentirme amedrantado, si no por pensar que por basuras como él, mi país estaba como estaba; que por malandros disfrazados de policía, es que en Venezuela reina la impunidad, sentí una rabia enorme de encontrarme de frente con uno de los eslabones de la desgracia de mi país, y no poder hacer absolutamente nada para erradicarlo. Sí, de momentos me gobernó la ira, pero siempre tuve presente que la violencia no puede erradicarse con una violencia mayor; en aquel momento pude manejar la situación y salir sin inconvenientes de aquel problema. Pero, acciones como esa, no debería tener que pasarla ningún venezolano, o si quiera un extranjero dentro de nuestro país.
La pregunta es entonces ¿Cómo eliminar el abuso de poder de los funcionarios de seguridad del Estado? ¿Cómo aminorar considerablemente la corrupción, el chantaje, los sobornos, las amenazas y la violencia? ¿Cómo acabar con ese pensamiento involucionado, sucio y pueril de querer resolverlo todo con billetes o balas? Tal como todo en Venezuela, aquello necesita de un cambio profundo de fondo en el asunto, sin embargo, para promulgar aquello necesitamos cambiar drásticamente las formas, buscando resultados inmediatos que puedan prolongarse en el tiempo.
En Venezuela la mayoría de funcionarios dedicados a la seguridad nacional, lamentablemente son salidos de los peores barrios del país, son personas que han crecido rodeados de violencia y maltratos, que tienen como sueño hacerse de grandes de una chapa y un revólver para imponer su autoridad. Primer error: darle un traje de policía a un delincuente, no lo hará menos delincuente. En un país como el nuestro que se encuentra atosigado por la violencia y la corrupción, elegir a las personas que representen “la ley” debe ser el proceso que concentre mayor burocracia y precaución a fines de evitar: todo lo que pasa hoy en día en nuestro país. Lamentablemente se deberá ser excluyente en este tipo de selecciones, denegar el acceso a las fuerzas armadas del país, a personas provenientes de las bajas esferas sociales, y con un nivel de cultura ínfimo; quien porte el uniforme policial, debe ser un hombre cauto, responsable, inteligente, de cualidades demostradas. Para aquello deberá emplearse el mejor grupo de psicólogos, sociólogos y analistas, con el fin de seleccionar únicamente a los mejores candidatos, y urgentemente someter a inspección a todos aquellos que actualmente se encuentran dentro del sistema de seguridad nacional, ya que con toda seguridad, habrá un amplio porcentaje al que habrá que darle de baja.
Jurídicamente una reformulación del ordenamiento penal y administrativo, ayudará en gran medida a reducir los casos de corrupción y abuso de poder; teniendo un poder judicial independiente y eficaz, podremos incorporar sanciones y penas más elevadas, específicamente para los funcionarios de uniforme, ya que por la naturaleza de sus funciones, su trabajo es el que más se presta a cometer atropellos a la integridad de los ciudadanos. Las leyes penales para enjuiciar funcionarios públicos adscritos a la seguridad nacional, deberán ser más estrictas y opresoras, con el fin de garantizar que quienes busquen ingresar a las fuerzas de vigilancia de la nación, lo hagan por verdadera convicción, y no para simplemente poder matraquear “legalmente”. En sí, deberán ser penas tan elevadas, que le provoque miedo a cualquier funcionario, si quiera pensar en ser procesado.
Desde hace unos cuantos siglos se viene practicando la consigna de que los fines del Derecho Penal, son precisamente la reintegración de los convictos a la sociedad, cuestión con la cual no estoy en desacuerdo y promulgo. Sin embargo, Venezuela vive sumergida en una crisis de violencia, en una guerra armada diaria que implica cientos, y miles de asesinatos cada mes, razón por la cual, hoy en día el sistema penal venezolano, no puede darse el lujo de practicar la premisa original del Derecho Penal; con las cárceles sobresaturadas de delincuentes, y las calles aún más todavía, el sistema penal no puede dar su brazo a torcer frente a los criminales; y si la ley no puede ser débil frente al criminal, muchísimo menos frente al criminal disfrazado de policía.
Un sistema penal más sólido, un proceso de selección más riguroso, y también cabe destacar: mejoras considerables a los sueldos de los funcionarios de la seguridad nacional, motivará un sistema policial más transparente y eficaz. Aquello, aunado a un sistema judicial independiente y efectivo, son los primeros pasos para restablecer el orden en los organismos de seguridad.
Los aspectos de forma están señalados, los de fondo, bueno, sólo a través de la educación se consigue la honestidad y transparencia ciudadana; y la educación, lamentablemente no se puede implementar de un día para otro. Como en todos los aspectos de nuestra transformación, comenzaremos el cambio de forma para proceder posteriormente  con los cambios de fondo.

Con esta introducción, pasaremos a desglosar el sistema penal de nuestro país.

Comentarios

Entradas populares