De la apropiación de la prensa nacional con fines demagógicos y la manipulación de las masas


R.C.T.V desaparece, TVES aparece, Globovisión es vendido: se nacionaliza (oficializa), Venevisión es “imparcial”, Televen (regañado), los circuitos radiales cerrados. El único enemigo imperante del gobierno sigue siendo la prensa escrita, ¿los motivos? No existe legislación para vetarla, ya que el gobierno no puede argumentar “la administración” del espacio radioeléctrico para “regular” (clausurar) diarios y semanarios, dicho sea por lo cual, es el único “espacio libre” para seguir informando a la población del país, de una forma imparcial (realmente). Esto no quiere decir que no hayan amenazas, atropellos, y miedos de escribir y comercializar la prensa, sin embargo existen algunos (pocos) dispuestos a seguir dando la batalla. En el mundo globalizado de hoy en día, donde las noticias de China no tardan 10 segundos en llegar a Venezuela, ¿cómo es que la televisión y la radio siguen manipulando a las masas? La razón es muy sencilla, por excluyente que suene, en los barrios no usan Twitter, no se compra el Universal, y a la gente poco le preocupa leer.
¿Y qué le vamos hacer? ¿Cambiar de idiosincrasia? ¿Obligarlos a leer? ¿Enseñarlos a pensar? Realmente es difícil de precisar (responder) qué hacer en situaciones como ésta, dónde si, por supuesto que se necesita un cambio de fondo, pero para que se dé inicio ese cambio de fondo y apreciación hacia la cultura y el entendimiento, primero debe realizarse algo pragmático que cambie de inmediato con las apreciaciones generales de la masa popular, para así poder penetrar en ella y generar una ola de convencimiento que propicie el cambio que anhelamos para todo el país. Lo único cierto de momento es que el Estado venezolano cuenta con una cadena de medios televisivos y radiales asombrosa que estratégicamente se encarga de manipular las masas y mantenerlos “entretenidos” y hasta confundidos sobre cuáles son las verdaderas preocupaciones y problemas del país.
Han escuchado alguna vez: ¿Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad? La experiencia y observación de las tendencias propagandistas en Venezuela, parecieran inclinarse nuevamente hacia las tendencias nazistas “ojo” (no emplazamos, ni mucho menos intentamos acusar al gobierno de genocidas, antisemitas, fanáticos hitlerianos, o de imitadores ideológicos) nada que ver. Lo único que se aprecia en este ensayo, es el uso que ha dado el gobierno a las políticas propagandísticas elaboradas por Joseph Goebbels (Ministro de la Propaganda e Información Nazi):
1.     Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
2.     Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
3.     Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. «Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan».
4.     Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
5.     Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
6.     Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».
7.     Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
8.     Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
9.     Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
10.  Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
11.  Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.

¿Les suena algo? (Revolución – Chávez – Roja); (Oposición – Imperio); La iguana y el saboteo de la ultraderecha; Los ochocientos mil intentos de Magnicidio, e intervención por parte del Imperio; Tenemos patria, socialismo, igualdad, no volverán, misión vivienda, misión, misión, misión… Hay más empleo, mayor seguridad social, ha disminuido la pobreza, han mejorado los números, aumentó la producción de… ahora sí atendemos a los pobres (antes se morían porque no los atendían), invertimos… en… ¿Epa y la inseguridad? ¿El desabastecimiento? ¿La inflación? Sobre eso nadie se pronuncia; Simón Bolívar era socialista. Francisco de Miranda traidor a la patria. Los opositores odian a Bolívar. Y por supuesto, aquí todos pensamos igual…

En Venezuela existen hipótesis fundadas en ambos bandos políticos que son admitidas casi como axiomas irrevocables: para el chavista (el opositor es un capitalista, niño rico, sifrino, explotador de la raza obrera) para el opositor (el chavista es bruto, ciego, analfabeta, y resentido). Bien, ni muy, muy; ni tan, tan…

Los casos hay que analizarlos en concreto, lo cierto es que el mayor porcentaje de masa chavista, pertenece a los estratos bajos de la sociedad venezolana, esa masa es la que no tiene acceso a internet (por lo cual no lee Twitter), no compra la prensa (porque a lo mejor no tiene como pagarla, no sabe leer, o simplemente no le interesa leerla), y su único acceso de información son los canales estatales (VTV, TVES, VV, etc.) los cuales además de mal informales, se encargan de repetirles una y otra y otra vez, lo malo que es el imperio, lo apátridas que son los opositores, y los milagros de la revolución. En su gran mayoría son gente que nunca ha tenido nada en la vida y que tampoco aspira a tenerlo (porque a lo mejor desconoce que existe algo más o se siente incapacitada para tenerlo), gente que nunca ha recibido educación y que la verdad tampoco la desea, personas que viven todo el tiempo utilizando lo que para “Paul MacLean” conforma el cerebro reptiliano; aquel encargado de los instintos básico de supervivencia –el deseo sexual, la búsqueda de comida y las respuestas agresivas tipo “pelea o huye”. La pregunta aquí es, ¿a esa gente qué puede interesarle la inflación, el acceso a las divisas, el difícil cumplimiento de las leyes laborales, la propiedad privada, la propia información? Son personas de otra era, de asuntos primitivos, preocupaciones básicas, no les importa el turismo, el crecimiento personal, el desarrollo ecológico, tecnológico, social, personas que tienen por límite sus narices, que no saben que hay más allá de un barrio, que no comprenden una palabra en otro idioma salvo “Yes”, “No”. Ahora yo me pregunto, ¿vamos a obligar o si quiera procurar que esas personas nos entiendan a nosotros? ¿O nos esforzamos un poquito nada más nosotros en entender sus limitaciones y ayudarlos progresivamente a cambiar? Creo que la respuesta aquí es un poco más que obvia.
¿Qué medidas debemos adoptar? ¿Cómo combatir el ventajismo económico y propagandista? ¿Cómo hacer de esas personas elementos funcionales de la sociedad? Y antes que nada, ¿cómo convencerles de que van por el mal camino y ganarnos su confianza? Pues bien, no es tan fácil como parece, de hecho, no es nada fácil, sin embargo hay mucho por hacerse.
Para empezar, antes que cualquier otra cosa, hay que ganarse la confianza del electorado popular. Los líderes políticos deben comprender que si desean realmente recuperar el país deben vestirse de obrero y caminar los barrios, ya que esos políticos virtuales de hoy en día que salen por la tele, y escriben por Twitter, no van a llegar demasiado lejos. Al mejor estilo de Chávez, hay que meterse a los barrios, cantar canciones, jugar caimaneras de softball o futbolito, e ir explicando poco a poco las llamadas “promesas electorales”, con un lenguaje sumamente coloquial, entendible, usando juergas tradicionales, tomándose una cerveza, demostrando liderazgo más con fuerza que con entendimiento. Es cierto que sobre el liderazgo político que debe sobresalir para conllevar esta situación hablaremos más adelante, sin embargo anticiparemos un punto sumamente importante que debe emplearse para salir con vida electoral de aquellas calderas chavistas, y es: esconder el raciocinio disfrazándolo de valentía y coraje. A las clases bajas no les importa que le expliquen cómo se deteriora la economía, el porqué de las crisis energéticas, o como va a recuperarse la inversión privada en el país. No. Nada de eso. No les importa. Ellos lo que quiere es oír un chiste, dos malas palabras, que griten muchas veces “Vamos a echarle bolas” y que para ponerle la guinda al pastel digan “Salud gratis, y comida económ… (ajam… regalada). Y bueno, engaño y acierto (de esto hablaremos más adelante). Las misiones deben establecerse como un plan de contingencia para sobrellevar tiempos de crisis y responder ante situaciones puntuales. Las misiones no pueden ni deben ser retiradas de la noche a la mañana, sin embargo en algún punto deben ser retiradas, no por capricho, sino porque la masa debe recuperar en un corto plazo el poder adquisitivo para poder costearse sus necesidades gracias a un sueldo digno. Sí, lo sé, es la misma habladuría de todos, ¿pero es el deber ser no? Para recuperar el país se necesita una reformulación laboral y mucha inversión, nada más, claro eso implica recuperar la confianza del ciudadano. Para dicho caso las misiones deberán mantenerse por un periodo de dos o tres años, tiempo que debería ser suficiente, para en cierta medida recuperar el sector productivo de nuestra Venezuela herida.
Es cierto, nos hemos saltado quizás un poco más de lo debido en temas o puntos que pensábamos tocar más adelante, pero la política es una conjugación de todos los factores, todo se correlaciona con todo, igual pasa en la vida, esto no es un secreto. Sin embargo debemos afrontar el punto en concreto, el cuál es, ¿cómo logramos invertir esa manipulación cerebral a nuestro favor?
Aparentemente según voceros de la oposición y el propio sentir de la calle, el 14 de abril hubo una victoria contundente de parte del candidato opositor Henrique Capriles, el cual fue volteado en las papeletas electorales gracias a los genios del CNE ¿Mito o realidad? No pienso comprometerme reafirmando un dato de tal transcendencia inspirado en una corazonada. Lo cierto es que el 14 de abril ya pasó, y el 8 de diciembre también, y lamentablemente en diciembre los resultados no le dieron la razón al pueblo opositor, lo cual únicamente afirma lo siguiente: hay que seguir trabajando.
¿En dónde fallamos y cómo mejorar? Indudablemente el líder representa un factor más que fundamental a la hora de analizar resultados electorales. Más allá de banderas, programas sociales y políticos, y el trabajo de los expertos propagandísticos,  el carisma y el felling del candidato con el electorado, es un factor insustituible para lograr una victoria democrática. A mi parecer Capriles pecó de racional e inteligente. Sí, qué más quisiéramos nosotros, ¿un líder capacitado, razonable, equilibrado y eficiente? Desgraciadamente quienes aspiran un líder de tales características no conformamos quizás ni el 10% del electorado nacional. A Capriles le sobró comprensión, y le faltó mucha audacia, viveza, y gallardía, lo que por ahí llaman “talento”. Yo no tengo dudas de lo preparado que pueda llegar a ser Capriles para ostentar el cargo de Presidente de la República, pero el problema no es manejar la presidencia, el problema es llegar a ella. Con la derrota electoral sufrida previamente con el difunto Presidente Chávez, los analistas y consultores políticos opositores, debieron haber previsto el efecto adverso y la antipatía mediante con las clases bajas para recomponer el discurso ante un Maduro menos maduro.
A mi parecer Capriles tuvo tres oportunidades de ser Presidente (ojo esta si es una apreciación sumamente personal, sean bienvenidas las discrepancias): la primera cuando perdió con Chávez, la segunda cuando perdió con el CNE, y la tercera la perdió él solo mandando a las personas a sus casas en vista del “supuesto” fraude electoral que él mismo acusó. Digo, yo con las boletas en la mano, no me quedaría tan tranquilo. Por ahí hay quienes dicen que las dictaduras no salen con votos; yo discrepo totalmente de esa opinión, pero para mí salen con votos y valentía, ¿acaso alguien pensó que el gobierno entregaría el poder así nada más solo por unos cuantos votos de más? Recuerden que lo verdaderamente importante a la hora de dirigir un gobierno es gozar de la aceptación popular (representada en la mayoría de los ciudadanos) y si Capriles se encontraba tan seguro de haber ganado las elecciones, ¡pues a la calle!
Aplicar principios propagandísticos para hacer oposición no tiene ninguna relación con aplicarlos desde el poder. Es más, me atrevería a decir que son dos ciencias desligadas una de la otra. En muchas partes del mundo, en muchas épocas de la historia, hemos encontrado genios políticos que han establecido bases y doctrinas políticas con la finalidad de mantenerse en el poder, pero por supuesto: con dinero, armas, leyes (poder) todo parece ser mucho más fácil; no obstante, encontrar material, postulados, teorías donde se establezcan o atribuyan principios propagandísticos para derrotar regímenes autoritarios, no es de lo más viable. Quizás uno de los pocos casos de historia política del que puedan sacarse reflexiones e ideas positivas, es de aquella famosa campaña chilena en contra del plebiscito interpuesto por Augusto Pinochet para determinar su continuación en el poder. La estrategia propagandística de aquel entonces, dicho sea de paso en su momento fue víctima de grandes críticas y polarización dentro del propio pueblo opositor chileno, resultó siendo a la larga todo un éxito: ¿y en qué consistió la propaganda política opositora para derrotar el régimen de Augusto Pinochet? En un eslogan sumamente sencillo y contagioso “Chile, la alegría ya viene” tal cual como lo leen, apropiándose de canciones pegajosos rebosadas de carácter optimista, los jefes propagandísticos de la campaña a favor del NO, decidieron utilizar sus espacios propagandísticos, para llenar de esperanza, positivismo y alegría como su propio eslogan lo dice al electorado chileno; en vez de ponerse simplemente a recalcar y repetir una y otra, y otra vez, las deficiencias, tiranías, y asesinatos cometidos durante el gobierno de Pinochet. La campaña fue todo un éxito, sin atender a muchas razones utilizando un NO rotundo con un arco iris de fondo, el mensaje tuvo una enorme receptividad, la clave del éxito consistió en llenar de ilusión y expectativa al pueblo chileno por alcanzar un mejor país, y dotar de un arduo positivismo a las masas para que a pesar de los atropellos y el poder del Estado, salieron sin miedo a votar ese día en contra de la dictadura del General Augusto Pinochet. Para todos aquellos que quieran observar en que consistió audiovisualmente aquellos mensajes propagandísticos, pueden buscarlos fácilmente en Youtube, con el nombre de “Chile la alegría ya viene”.
Venezuela en estos momentos requiere de acciones de calle aunados a una intensa serie de mensajes positivos que obliguen al venezolano a no decaer en la lucha por la consecución de un mejor país. Incansablemente un tal “Leopoldo López” lo ha pedido en una y otra ocasión. Sí, trabajo de hormiga: panfletos, grafitis, marchas, asambleas ciudadanas, si es posible habrá que comprar televisores y mercados para llevarlos a los barrios, ese es el trabajo, les guste o no, los votos populares se ganan únicamente con acciones populares. Populismo, quien lo inventó fue un genio. A veces hay certezas humanas contra las que no se puede luchar, en Roma ya existían los circos “literales” para entretener a las masas, y sinceramente en 2000 años, no veo que las cosas hayan cambiado en demasía.

Si logramos superar ese bloqueo demagógico impuesto a las clases bajas del país y penetramos en ella, ya habremos conseguido el objetivo más difícil de esta misión. Luego viene, nada más y nada menos, que recomponer a Venezuela entera, lo cual les aseguro que será mucho más fácil.            

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