Los errores políticos que han congelado el cese de la usurpación
Es difícil precisar cuanta vida
le queda a un organismo vivo, bien sea un humano, un movimiento, una tendencia,
una religión, o en este caso, una organización criminal. Es muy complicado determinar
cuántas veces se ha sentido la dictadura contra las cuerdas y a punto de tirar
la toalla. Entre un destino y otro puede haber 5 segundos de separación, una
llamada fortuita, una declaración, o incluso algo tan tonto como una pequeña
indigestión, pueden ser capaces de prolongar una decisión y cambiar el
resultado final de la misma. Cabe la posibilidad de que en más de una ocasión
la familia de usurpadores ya estuviera planteándose la posibilidad de irse en
un cuarto cerrado de Miraflores, cuando una declaración como la del Grupo de
Lima: no contemplamos una intervención
militar, desata nuevas perspectivas, y vuelva a brindar esperanza a los
tiranos. El error más grande de la oposición no ha sido por falta de acción,
sino por falta de capitalización.
En ese sentido la política y el
fútbol se asemejan en demasía, porque suele suceder que un equipo chico
complique al grande, pero por lo general sobre el final el Real Madrid termina
arrollando, y cuando un equipo se sabe chico, es más fácil que se le venga el
mundo encima.
Las emboscadas políticas deben
tener una gran contundencia, sobre todo si la lleva a cabo un equipo chico
tratando de golear a la contra. En este caso, la dictadura de Nicolás Maduro se
parece mucho al Real Madrid de Zidane, un equipo sin un orden claro
establecido, sin muchas ideas, pero con una convicción plena de que sin
importar cuánta agua inunde el barco, ellos de alguna forma saldrán adelante;
así ganaron 3 Champions seguidas, sin tener idea muchas veces del por qué o
cómo, más con temple y resistencia que con razón, más con pulmón que con ideas,
pero siempre con la misma idea, la idea de que no pueden ser vencidos jamás.
En ese sentido el equipo de
gobierno de Juan Guaidó se parece al Arsenal de Wenger, ese que salvo la
campaña del 2006, nunca pudo concretar sus ideas y siempre resultó siendo el
eterno segundón. Ese Arsenal, con una estructura más sólida que la del Real
Madrid (en cuánto a ideas), con una filosofía establecida, y con un líder mucho
más académico que Zinedine Zidane, siempre resultó en una desgracia, acabó por
convertirse en la eterna frustración, en el equipo que todos los años levantaba
expectativas, pero a mitad de temporada tiraba todo por la borda cuando debía enfrentarse
a los grandes.
En el 2019, el Real Madrid de
Maduro supo aguantar varias goleadas, toleró los bailes, burlas y amenazas, y
sabrá Dios o cualquier otra entidad divina, cuántas veces pasó por la mente del
dictador la idea de decir: ¡ya basta!, ¡renunció!, pero nunca ocurrió, ese
momento que quizás muchas veces estuvo al borde, no terminó de ocurrir, porque
cuando al Madrid debían meterle ese 5 — 0 lapidario que terminara de empujarlo
al abismo, le dieron aire, se repuso, comenzó a ganar de nuevo, y de pronto,
comenzó a escalar posiciones; ahora reposa cerca de los primeros lugares, y
está dominando la llave directa contra el Arsenal de Guaidó, ese equipo que
levantó tantas expectativas a principios de año y que una vez más parece al
borde de la eliminación.
Estas analogías aunque puedan
parecer infructíferas pueden darnos una idea sobre la conducción y la toma de
decisiones vitales en momentos de crisis, Zidane luego de esa tercera orejona
que nunca supo cómo ganó decidió retirarse, veía a su equipo acabado, y sabía
que ya no tenía jugo para exprimir; dio un paso al costado y el tiempo le dio
la razón. Sin embargo, la magia de los equipos como el Real Madrid, es que
siempre tienen a un Sergio Ramos, ese jugador que guste o no, es capaz de
romper las reglas, agredir a sus rivales, insultar al árbitro, y pelearse con
quien sea, con tal de ganar el partido; a muchos le puede parecer desagradable,
pero los jugadores como Ramos terminan siendo determinantes. Haciendo uso una
vez más de esta variante, si colocamos a Diosdado en un duelo uno contra uno, contra
Borges, todos sabemos quién resultará vencedor; en este esclarecedor ejemplo es
muy fácil determinar quien es Ramos en esta analogía, y quien es el Pipita
Higuaín.
El Arsenal de Guaidó ha echado
gran parte de su trabajo a la borda, porque en ese sentido sus ideas han pecado
de incongruencia, sus postulados no son sostenidos por sus acciones, y sus
acciones no se conectan con sus postulados. Si la estrategia principal de
Guaidó para ganarle al Madrid de Maduro, era hacer que sus soldados se cambiaran
de bando, ¿cómo es posible que a estas alturas los militares que desertaron a
Colombia sigan denunciando que no han sido atendidos? ¿Quieres quebrar a la
dictadura pidiéndole a los uniformados cruzar de bando, pero cuando una pequeña
parte de estos lo hace, los dejas en el olvido, sin comida, sin atención, sin
techo? ¿Cómo se supone entonces que los demás sigan sus pasos? Bajo esa
perspectiva, ¿cómo lograr un cese de usurpación a través del quiebre de las
fuerzas militares, si tu comunicación y atención a las fuerzas militares ha
demostrado ser nula?
Mientras los soldados de Guaidó
duermen en las plazas de Cúcuta, los soldados de Maduro duermen en mansiones,
reciben dádivas del gobierno, manejan grandes negocios, operan libremente con
droga, y cuentan con beneficios a los que el común denominador no puede
acceder. ¿Ustedes creen que Ramos, Benzema, o un Lucas Vázquez, van a salir del
Madrid donde ganan más de 10 milllones de euros por temporada para irse al
Eibar a ganarse 200.000 euros y luchar por el descenso?
Los errores comunicacionales con
las Fuerzas Armadas han sido quizás la principal causa para que el cese de
usurpación no se haya concretado. A esto se le pueden sumar otras variables,
como el manejo de la narrativa y el desuso del poder de las amenazas; unas
alianzas torpes con líderes abiertamente izquierdistas siguen torpedeando la
agenda unilateral de amenaza que venía sosteniendo el gobierno de los Estados
Unidos (el Barcelona), contra el Madrid de Maduro. Si tu traes a un Messi
encendido (Trump), que está dispuesto a lanzarse al ruedo contra la bestia
dictatorial, pero prefieres mantenerlo alejado, porque prefieres ser el
protagonista de la épica, entonces es muy probable que el Madrid siga ganando
muchas Champions seguidas, y sí, en este momento no me refiero al Madrid de
Zidane (ya eliminado), sino al de Maduro.
En los últimos meses la figura
política con la que más ha sido retratado Juan Guaidó es con Miguel Pizarro, y
las ideas social allendistas del Diputado de Primero Justicia ya todos la conocen.
Vale destacar, que Bolsonaro (brasileño) no hay más que agregar en cuanto a
analogías, es una de las piezas claves para que una amenaza militar surta
efecto (bien sea porque proceda, o porque la solo amenaza dinamite la confianza
de los soldados de Maduro y los haga levantarse en contra de su líder). Resulta
que ese mismo Pizarro, que tanto se pasea junto al Presidente Encargado, hace
tan solo un par de meses dijo abiertamente en una entrevista de televisión que
cuando ocurrían crisis en los países, era cuando surgían los líderes como el
presidente de Brasil.
Estas fueron sus palabras
textuales: Te regalo a Bolsonaro. Esa es
la mejor demostración de que los sistemas fracasan cuando los Bolsonaros nacen.
Curioso que jamás lo escuché
expresarse con tanta vehemencia contra Hugo Chávez ni contra Nicolás Maduro.
Entonces, vamos a poner la fiesta
en orden, ¿quieres que Brasil te ayude al cese de la usurpación? ¿Pero andas de
la mano a diario con un sujeto que hasta hace nada decía que Maduro no era de
izquierdas, y que la desgracia para el continente era justamente el sujeto que
puede salvarte?
Definitivamente, si realmente se
busca una salida del régimen, el Arsenal de Guaidó se está metiendo muchos autogoles,
en todas las estrategias para quebrar el orden establecido. Con esas pobres
líneas comunicacionales no habrá cese de usurpación, ni por las buenas, ni por
las malas, ni por los extranjeros, entonces a los venezolanos no les quedará de
otra que seguir cohabitando con un Presidente que no ejerce funciones por falta
de poder, y con un usurpador ilegítimo que hace las veces de Presidente, porque
a la fuerza mantiene el poder.
¿Más autogoles? Alianzas
infructíferas, líderes deteriorados y faltos de confianza a los que se les
siguen brindando espacios, la
insistencia en una narrativa que no le quita el sueño a Nicolás, sino que por
el contrario lo arrulla por las noches. Las declaraciones tontas, sí, tontas,
estúpidas e infantiles, de diputados, tontos e infantiles, que insultan y
despotrican contra las únicas personas que realmente pueden salvarnos; y anota
otro autogol más, porque ya van como 5 seguidos, cada vez que un militar sale a
decir que abandonaron el régimen y ahora no tienen que comer.
La guindilla del postre, esa que
ahora ridiculiza todos los esfuerzos democráticos, ha sido lo acontecido con la
ayuda humanitaria, que ahora el régimen dictatorial capitaliza como una
victoria, porque sí, es cierto, la ayuda humanitaria entró al país debido a la
autorización de Maduro y la cooperación con la Cruz Roja, esa es la realidad; y
sin importar los esfuerzos del equipo de Guaidó, y aunque los demócratas
venezolanos conocemos las razones por las que esa asistencia debió llegar a
Venezuela, las líneas narrativas de izquierda hacen de las suyas en los medios
comunicacionales.
Si algún día piensas ganarle al
Real Madrid, y eres un equipo chico, tienes que ser preciso, jugar un partido
perfecto, no cometer errores, aprovechar correctamente todas las oportunidades
en el partido, y dar el batacazo definitivo antes de los 90; la realidad es que
esto va a pasar una vez cada 100 partidos o quizás nunca, por ello lo mejor es
que llames a Messi, que ese con dos gambetas los saca a pasear a todos y la
mete en el ángulo. Y sí, Messi es Trump, ese puede golear a cualquier y no
necesita del permiso de nadie.
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