Cuál es el verdadero propósito de las metras y otras preguntas más


Si hace veinte años ponías una metra sobre la mesa, todos los presentes hubiesen identificado ese objeto como un juguete para niños, y lo más seguro, es que de haber infantes alrededor, se hubiesen peleado por apropiarse de ella. Hoy en día colocas una metra sobre la mesa, y la mayoría va a identificarla como un arma mortal, una con la cual la Guardia Nacional juega al sadismo mientras las incrusta en pieles y órganos de jóvenes opositores. Así nos han cambiado la vida, así nos han alterado la realidad, a tal punto, que ya no tenemos forma de saber qué es un juguete o un arma, y viceversa.
Para demostrar nuestra teoría apliquemos este ejemplo a la inversa, hace veinte años hubiésemos puesto un revólver sobre la mesa, y todos los presentes lo hubiesen identificado como un arma mortal; hoy en día, colocamos un revólver sobre la mesa, y muchos niños, según su contexto social, lo visualizarán como un juguete, uno claro está, con un peso y un poder proporcionalmente más grande que el de un juguete convencional, pero al fin y al cabo, un instrumento para divertirse, para jugar a ser delincuentes, saqueadores, o hasta asesinos.
Hace más de un año una maestra en un liceo público de Caracas le pidió a sus alumnos de 10 años que hicieran un dibujo de cómo se veían de grandes, y una de las estudiantes se dibujó a ella misma bien alta, sosteniendo una pistola en la mano que era disparada contra un compañero muerto, y encima la leyenda “Malandra”. Así como hoy día, a muchos nos cuesta definir cuál es el uso de una metra, y el de una pistola, los niños tampoco comprenden si en el futuro lo más beneficioso para ellos es ser malandros, o policías; o yendo un poco más lejos, no saben si los malos son los que llevan uniforme, o los que los combaten en sus barrios.
Vista toda esta distorsión es difícil catalogar en un país como Venezuela, ¿qué debe hacerse y qué no?, ¿qué cosas debemos apoyar y cuáles no?, ¿a quienes tenemos que alentar, y a quienes definitivamente no? La revolución no fracasó, o al menos no del todo, ya que de hecho si logró revolucionar al país, logró transformarlo por completo, pasamos de ser hombres y mujeres que pensaban en viajes, carros, y apartamentos, a ser individuos que sueñan con leche, carnes, y si es posible un par de zapatos nuevos; ya los niños no sueñan con Disney, sueñan con no ser reprimidos, y ya los Guardias Nacionales no sueñan con proteger a su país y defender a la Constitución, sino con arrasar con las riquezas, y quebrantar, o si es menesteroso, asesinar a todo aquel que se atreva a decir: ¡Esperen, esto no está bien!
Las revoluciones no pasan en vano, nuestra forma de pensar, de comunicarnos, de hacer mercado, de cuidar el agua, lavar los interiores, rendir el arroz, y hacerle mantenimiento a los autos, es señal de lo mucho que Chávez revolucionó el país; el simple hecho de que confundamos a una metra con un arma letal, ya de por sí habla mucho de lo trastocada que está nuestra sociedad. Hagan el ejercicio en casa, vean una metra, obsérvenla, intenten jugar con ella, traten de encontrarle el lado mortal, y será difícil de ver; luego salgan a la calle, arrímense en una manifestación, y verán a aquellos que juraron protegerlos, disparando los juguetes de sus hijos a mansalva contra los hijos de otros, y quizás, hasta con los suyos propios; luego abran el twitter, y verán como cientos de ciudadanos tienen esas pequeñas metras introducidas en sus huesos, en sus pómulos, en sus ojos, entonces comprenderán qué, una sociedad que utiliza los juguetes de los niños como armas mortales, es definitivamente una sociedad que ha caído en las mieles de la revolución; sadismo tal no puede ser explicado de otra manera.
Si sales a la calle y decides mirar más allá de tus narices, te podrás percatar que hacen falta 57 venezolanos que en teoría deberían estar en algún rincón del país, pero han muerto; algunos por balas, otros por perdigones, bombas, incluso “metras”, y si extiendes un poco tu memoria, y haces un ejercicio de conciencia, podrás recordar a los 43 asesinados del 2014; la matemática pura y simple te obligará a sumar esas dos cifras, y, ¡woala!, es un número redondo, felicidades, hemos alcanzado los tres dígitos, son cien muertos en manifestaciones contra el gobierno, ¡ups!, ¡disculpen!, perdonen el eufemismo, no son cien muertos, son cien, ¡asesinados!

Si estás viviendo bajo un régimen que te ha hecho confundir las metras con armas, entonces no tengas dudas, vives en dictadura, vives en opresión, sal a reclamar tu libertad, de lo contrario, llegará el momento en que todas las metras serán convertidas en balas, y ya no tendrás forma de saber si se usan para jugar o para amedrentar, porque probablemente habrás muerto. 

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