La evolución de la desgracia
Forma
parte de nuestras vidas el despertar cada nueva semana con malas noticias y
mayores controles, se ha vuelto parte de nuestra idiosincrasia como
venezolanos: sentirnos cada vez más desahuciados por el rumbo que toma el país;
a aquellos que la nacionalidad y su patria no la sienten como parte de sus
vidas tomaron la decisión de emigrar hace mucho tiempo, otros a pesar de
sentirla lo hicieron, incomodados por las desafortunadas condiciones de vida. Y
por otra parte estamos nosotros, quienes nos hemos sostenido a pesar de las
aberraciones, quienes día a día debemos sacar fuerzas y esperanzas de donde no
las hay para fraguarnos un mejor futuro. Constantemente en conversaciones
cotidianas donde nos quejamos de nuestras vidas, porque sí, es imposible que el
gobierno no forme parte de nuestras vidas, llegamos a deducir que es totalmente
improbable que lleguemos a estar peor, ¿peor?, pero si ya estamos en el
fondo. Y bueno, tras la OLP, el cierre de frontera, las deportaciones, y los
abusos de la fuerza del Estado, creímos que el gobierno no podría reinventarse,
pero como siempre su astucia nos sorprendió a todos. A partir de ahora, cada
ciudadano del Estado Táchira solo podrá comprar bienes y artículos, dos veces
por semana; sí, quiere decir que cada mes, solo podremos acudir ocho veces al
supermercado o abasto a comprar nuestras cosas. Quiere decir que si por cedula
te toca ir el martes, pero el jueves se te acabó la sal, o el pan se lo
comieron las hormigas, o si lamentablemente los tomates se te dañaron, tendrás
que esperar tres o cuatro días más para poder sustituirlas porque el gobierno
decidió que es “libre y democrático”, pero no tanto para dejarte ir al
supermercado el día que lo necesites.
No
sé, a veces el optimismo me brota, pero a veces también me desampara. Para
cualquiera que haya tenido la oportunidad de viajar fuera del país, o en
nuestro Estado de cruzar la frontera para conocer Cúcuta, sabe que en cualquier
país del mundo lo normal es tener acceso de comprar lo que se nos venga en gana
siempre y cuando dispongamos del dinero para hacerlo; pero aquí, aquí no solo
necesitas del dinero (el cual por cierto no existe), además necesitas una fecha
especial para poder comprar; nos humillan, nos enclaustran, nos tratan de asnos
a los cuales pueden modular sus necesidades sin preguntárnoslo. Y me
impresiona, sí, me impresiona que exista una sola persona en el mundo creyendo
que todo funciona bien, que por más ínfimo que sea el gobierno siga contado con
19% de aprobación, me asombra porque es inaudito, absurdo que tenga si quiera
un 1%. Entre tantas cosas que no deberían ser, entre todos estos años perdidos,
improductivos, donde muchos de nosotros hemos perdido la oportunidad de
nuestras vidas gracias a la miseria como modelo político, seguimos pensando que
no puede ser peor, y cada día nos sorprenden.
Cada
vez falta menos para unas nuevas elecciones, y esta vez no hay dudas al
respecto: el evento electoral de diciembre definirá si en Venezuela seguirá
reinando la desesperanza o finalmente podremos abrir los ojos y encontrar la
luz.
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