El decálogo del hombre igualitario
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Los
hombres volaban por los cielos y estrellaban sus anatomías contra el asfalto
destrozando sus cráneos, esa era la imagen más recurrente a diario en
Manhattan. Las mediciones oficiales habían logrado determinar que 8 de cada 10
personas que se lanzaba de un rascacielos aterrizaba con su cabeza en primer
lugar, dependiendo de la altura del lanzamiento y el peso, los cuerpos toman
velocidades que oscilan entre los 100 y 300 kilómetros por hora, el impacto
imprime una suma de fuerza que multiplica el peso y, por ende, la destrucción;
la cavidad cerebral queda pulverizada de inmediato, el sufrimiento es
inconmensurable, pero la muerte inmediata. Para el partido este era el
“suicidio inmoral”, debido a la alta exposición.
Otro
grupo optaba por lanzarse a las vías del tren, este era considerado por el
partido “el suicidio responsable”, desde la proliferación de las epidemias
depresivas se implementó un sistema de rieles que tenía cada tres kilómetros
una fosa, el tren tenía ahora un sistema innovador de apalancamiento que
arrastraba el cadáver hasta ellas, donde cada 24 horas se realizaba un proceso
de incineración, así nadie debía preocuparse por los muertos ni sus restos
después de fallecer, sencillamente el tren los recogía y se desintegraban.
El
“suicidio ideal” era el ejecutado en silencio sin la exposición a las masas:
ahorcamientos, corte de venas, abuso de sustancias tóxicas; el método era lo de
menos, siempre y cuando los desequilibrios individuales no alterasen el orden
público ni vulneraran la “felicidad del progretariado”.
Los
suicidios en masa eran un arma de doble filo, por un lado, exponían la
narrativa de la “suprema felicidad” propiciada por el partido, pero por otra
parte era un instrumento para acabar con los terroristas mentales, un
“terrorista mental” muerto, era un terrorista mental bueno, y no había mejor
forma de deshacerse de ellos que inducirlos al suicidio mediante la coacción de
sus libertades y la destrucción de sus bioquímicas cerebrales.
El
sistema estaba diseñado para premiar e incorporar al partido a las masas menos
críticas y más moldeables, y destruir al “terrorista mental”, todo terrorista
mental era un “hombre rebelde”, pero no todo hombre rebelde era un terrorista
mental; para el partido el primero era una causa perdida, alguien que debía ser
eliminado, el hombre rebelde, por el contrario, era en teoría un proyecto que
todavía podía ser recuperado.
“Un ser
que piensa como individuo, es un terrorista de ideas”, ese era el principal
lema del partido, dentro del colectivo todo, fuera de él, nada; y en
contrapartida, el que se subordinaba sin cuestionamientos a los lineamientos
era el “Hombre igualitario”, un proyecto que llevaba décadas siendo edificado y
que para el 2092 se había perfeccionado mediante la producción a gran escala de
hombres autómatas.
La
versión más utópica del totalitarismo escalaba a pasos agigantados, convertir a
los hombres en cascarones vacíos dispuestos a acatar decisiones sin
cuestionamientos era el mecanismo más efectivo para construir un poder supremo
e inexpugnable, despojarlos de voluntad, anular su personalidad, destruir las
nociones de naturaleza humana, esa era la batalla del nuevo orden en Occidente,
uno cuyo propósito era el expansionismo que le brindara sumisión en todas las
latitudes.
2
En una
clínica privada del barrio Hell´s Kitchen de Manhattan nació Dorian Blair, el 4
de marzo del 2051 a las 11:45 de la noche. El hijo de Melinda Clark y Thomas
Blair llegó al mundo en una época de cambios, cuando Bernard Goebbels tenía
siete años en el poder y se visualizaba la nueva era dorada de los Estados
Unidos de América, antes de adquirir su nueva denominación progresista.
El
abuelo de Dorian, Marcus Blair, un funcionario de la administración republicana
había perdido la vida en un ataque biológico a Washington, y su padre, un
exitoso ingeniero químico y empresario que había financiado y producido la cura
para el melanoma, desapareció misteriosamente cuando Dorian tenía 5 años.
El hijo
único del matrimonio Blair Clark creció en los suburbios de Queens en un
orfanato dirigido por el partido, estaban entrando en vigor las leyes de
ideologización comunitaria, por lo que los niños empezaron a ser educados por
el Estado y no por sus padres, debido a esto Melinda perdió la custodia de su
hijo y fue obligada a entregarlo al “Centro de Educación Progresista Bernard
Goebbels #124”, luego de esto Dorian no volvería a saber nada de su madre, sus
insistentes preguntas se agotaron al término de dos años, y después fue como si
sencillamente se hubiera borrado de su memoria el recuerdo de sus padres.
En su
infancia Dorian aprendió a odiar el capitalismo, a despreciar la riqueza,
comprendió la importancia de la igualdad absoluta, le enseñaron la historia de
los Estados Unidos de América, un país fracasado, terrorista, donde a diario
morían millones de norteamericanos de hambre debido a la desigualdad y a la
explotación de ricos sobre los pobres, y que pasó siglos robando y oprimiendo a
otras naciones hambrientas para sostener sus élites opulentas y diabólicas. El
hijo de Thomas y Melinda aprendió a amar al líder, al profeta, al todopoderoso
salvador y redentor de la humanidad, Bernard Goebbels.
En el
Centro de Educación Progresista enseñaban a los niños y adolescentes la
doctrina del Decanoseo Igualitario —la religión del partido—, y las profecías
que Dios había enviado al mundo de la mano de Bernard Goebbels. Luego de los 12
años el pensum académico se expandía, los niños aprendían matemáticas,
neolengua, física, química, psicología goebbeliana, filosofía social,
procesamiento de emociones, historia moderna del terrorismo capitalista,
religión igualitaria, comunitarismo, técnicas de espionaje avanzada,
infiltración en grupos disidentes, y mecanismos de justicia tortuosa por el
bienestar de la comunidad, esta última materia además brindaba conocimientos
básicos de medicina para evitar muertes sobrevenidas por exceso de torturas
justas.
A
diario en los institutos uno de los guías del centro ideológico se convertía en
conspirador, se quejaba de los mandamientos del partido, mostraba
inconformidad, y los niños debían descubrirlo y denunciarlo ante las
autoridades, el niño que acumulara más denuncias exitosas a fin de mes, se
ganaba una medalla Goebbels.
Dorian
vivía en un paraíso, escuchaba las historias de los espías del partido que
lograban desmantelar bandas de terroristas mentales, y se preparaba para algún
día ser parte de la Gendarmería del Pensamiento, su misión en la vida era
servirle al partido, defender el legado del gran líder y luchar para construir
un mundo cada vez más igualitario.
Todas
las noches antes de dormir, los niños debían rezarle al gran Bernard y repetir
cinco veces los recién establecidos diez principios fundamentales del
progresismo y el Decanoseo Igualitario, que también eran conocidos como “El
Decálogo del Hombre Igualitario”:
1. LA
IGUALDAD ES EL FIN SUPREMO DE LA VIDA.
2. EL
CONFORMISMO ES LA PAZ.
3. CUESTIONAR
ES UN ACTO SUBVERSIVO.
4. LA
LIBERTAD ES OPRESIVA.
5. LA
DICTADURA ES DEMOCRÁTICA.
6. LA
FELICIDAD ES UNA OBLIGACIÓN DIVINA.
7. EL
PARTIDO ES LA ÚNICA FAMILIA.
8. LA
SEXUALIDAD ES REPRODUCTIVA, NO LUJURIOSA.
9. AMAR
A GOEBBELS SOBRE TODAS LAS COSAS.
10. EL
PROGRESISMO ES LA VOLUNTAD DE DIOS.
El
decálogo adquirió rango constitucional, empezó a ser aplicado por el partido
como la sharia islámica, estaba presente obligatoriamente en la entrada de
todas las edificaciones del país, y si bien no era el único ordenamiento
jurídico, cualquier ciudadano podía ser detenido y enjuiciado por romper
cualquiera de los diez principios; se había abierto procesos a progretarios por
“tener demasiadas ambiciones”, por “cuestionar al partido”, o sencillamente
“por no amar a Goebbels” sobre todas las cosas.
En un
par de años el orfanato donde creció Dorian empezó a llenarse de niños
asiáticos que llegaban de China Unida Monumental, en los círculos clandestinos
de resistencia en la ciudad se corría la información de que el ataque biológico
realizado una década atrás en el que murió Marcus Blair y más de la mitad del
gabinete ejecutivo del entonces presidente, Abraham Jones, había sido
orquestado en conjunto por el gigante asiático con la izquierda norteamericana
y Goebbels para quebrar el sistema y tomar el poder.
Sin
embargo, los testigos de la verdad y la información eran neutralizados cada vez
más rápido por la Gendarmería del Pensamiento, ahora el progresismo era la
única verdad, la única religión, cuestionar era un acto subversivo.
3
El
ataque biológico del año 2040 había abierto las puertas al totalitarismo, en
una batalla por la supremacía mundial con China se liberó en Washington un
virus que infectaba la sangre, la coagulaba y ocasionaba la muerte en un par de
días; en apenas tres meses murió el 22 % de la población de la ciudad, se
debieron mover los cuarteles del poder a Nueva York quien volvió a ser la
capital del país tras 250 años, luego de ceder a Filadelfia la capitanía el 5
de diciembre de 1790. Washington, que desde el año 1800 había sido designada la
ciudad capital y se había mantenido así de forma ininterrumpida durante 240
años había quedado completamente devastada, y desde entonces se mantenía
clausurada.
Los
progresistas tenían más de cuatro décadas en el poder, llegaron de la mano de
su líder, Bernard Goebbels, con mayoría en el senado en 2042, camuflado entre
los demócratas durante la pandemia prometiendo salud pública universal, hacerse
cargo de quienes se había quedado sin trabajo y eliminar las desigualdades. En
el 2044 Goebbels fue electo presidente de los Estados Unidos con un 66 % de los
votos, absorbiendo el control absoluto; crearon impuestos a la “riqueza”, se
apoderaron de la Reserva Federal y fueron comprando a los ciudadanos con bonos
y subsidios, mientras destruían sistemáticamente las empresas privadas del
país; los republicanos se habían convertido en una minoría y cuando los
demócratas trataron de reaccionar era demasiado tarde.
Durante
los primeros años el Estado se fue agrandando, creando cada vez más comisiones,
mas oficinas públicas para procurar la “igualdad”, se sumaban cada vez más
policías y militares, crecía el aparato de propaganda y también el de
vigilancia. Para financiar esto se fueron desarrollando nuevos impuestos, que llamaban
de distintas formas:
1. EL
IMPUESTO A LA DESIGUALDAD.
2. EL
IMPUESTO A LA AYUDA A LOS MÁS NECESITADOS.
3. EL
IMPUESTO A LA AVARICIA.
En el
2052 por primera vez en la historia de los Estados Unidos se somete a votación
la reforma de la Constitución para permitir la reelección indefinida del
presidente, junto a la eliminación del derecho a porte de armas de los
ciudadanos, la anulación de las redes sociales por promover el terrorismo de
ideas distintas y desigualitarias, lo cual además se incluyó en un paquete de
leyes que ofrecía salud, educación y alimentación “gratuita e igualitaria” para
todos, esto con el propósito de “solidificar” y “proteger” la eliminación de
las desigualdades, además de cambiar el nombre de la República a: Estados
Progresistas de América (EPA). La moción fue aprobada por el 56 % de los
ciudadanos.
A
inicios de la década de los 60, el gobierno progresista ya controlaba el 62 %
de los institutos educativos, y el 74 % de los hospitales del país, por primera
vez en la historia de Estados Unidos había más funcionarios públicos en nómina
que trabajadores en el sector privado, y solo el presidente de la República
contaba con 10 ministerios principales, y 66 sub-ministerios diferentes para
consolidar la “destrucción de las desigualdades”.
Los progresistas
fueron invadiendo y expandiendo su territorio, se apoderaron de Canadá, de
parte de México, de Groenlandia, e integraron de mutuo acuerdo a Cuba a su
nueva República, haciendo de los Estados Progresistas de América un supra
Estado militarista donde las estrellas de la bandera norteamericana fueron
sustituidas por pequeñas avispas.
En el
año 2075 los progresistas decretaron la “abolición absoluta de las
desigualdades”, esto introdujo una serie de cambios todavía más radicales en la
sociedad, la primera medida para asegurar el éxito de la misión fue la
expropiación total de las riquezas y propiedades de todos los ciudadanos
norteamericanos, para después “repartirse” en “partes iguales”.
A cada
ciudadano se le entregó un fondo de 432.544 dólares, y todas las empresas y
bienes raíces fueron absorbidos por el Estado, quien a partir de ese momento se
encargaría de reubicar a las familias en las distintas casas y edificios del
país. La medida fue aplaudida por más del 75 % de la población, pero al ejecutarse
y hacerse efectiva la redistribución de las riquezas, la anarquía se apoderó de
las calles; la gente dejó de ir a sus trabajos, las tiendas y mercancías ya no
tenían encargados, ni dueños, de inmediato se produjo una escasez descomunal,
así el propio dinero perdió su valor, y los saqueos se convirtieron en ley.
Todo
esto ocasionó una crisis económica mundial, el dólar estadounidense había
dejado hace mucho de ser la moneda de referencia en el planeta, la destrucción
de la economía nacional redujo el consumo de sus habitantes y los ingresos por
importación y exportación de todos los socios comerciales del anterior país más
rico y poderoso del mundo.
A los
pocos días de haberse implementando la abolición de desigualdades los
ciudadanos que habían recibido una suma millonaria ya no tenían como gastarla,
pero se había logrado derribar por completo el sistema de mercado, a partir de
entonces entraría en vigor el Estado policial de vigilancia extrema y la
dirección absoluta de la economía, esto desató una hambruna que mató a 67
millones de estadounidenses en un período de 10 años.
Ese año
—2075— el presidente de los Estados Progresistas de América se convirtió en una
máscara, junto al decreto de la abolición de desigualdad también se anunció la “regulación
de salidas del país” y la renuncia de Bernard Goebbels por “grave estado de
salud” luego de 31 años en el poder; aunque en los círculos de resistencia se
corría el rumor que el mismo ya había fallecido hace un par de años. La noticia
fue oficializada un par de días después, el 24 de enero de aquel año se decretó
un mes de luto por el fallecimiento del gran líder.
Desde
entonces se oficializó la “doctrina de la Avispa Reina”, a partir de ese
momento nadie conocería el nombre o identidad del presidente, cada vez que se
dirigiera a sus ciudadanos el mandatario lo haría tras un rostro de avispa, y
lo mismo ocurriría con quienes encabezaban los diez ministerios del partido
—Ministerio de Igualdad; Ministerio de Paz; Ministerio de Servicio al Progretariado;
Ministerio de la Verdad; Ministerio de Felicidad; Ministerio de Progreso;
Ministerio de Amor; Ministerio de Reproducción; Ministerio Goebbeliano;
Ministerio de Relaciones Divinas. La razón detrás de todo esto era construir un
poder político que no girara entorno a un hombre, sino a una figura: la Avispa
Reina gobernaba, y los miembros del panal debían obedecer.
El
simbolismo de la avispa se construyó en laboratorios de pensamiento, un grupo
de filósofos y científicos del neomarxismo progresista pertenecientes a la
Escuela de Tréveris determinaron que el comportamiento social de las avispas
era el ideal socialista por antonomasia. Este insecto es muy social y vive en
comunidades dentro de nidos, las colonias son fundadas por una avispa reina que
da a luz a obreras y zánganos para continuar la reproducción.
La
misión de las avispas obreras es trabajar para alimentar, complacer y proteger
al nido y la reina, mientras que esta última se queda en el panal regocijándose
y reproduciéndose a la vez que dirige la sociedad. Las avispas obreras suelen
ser estériles, aunque en ocasiones pueden poner huevos, lo que enfada a la
reina pues una reproducción descontrolada puede generar una revuelta social,
por lo tanto, si una obrera se desvía e intenta reproducirse, la reina va y se
come sus huevos para así preservar el orden establecido dentro de la colmena y
no romper con la jerarquización; sin embargo, en la estabilidad del reino de
las avispas existe una línea muy delgada entre el mantenimiento del orden y la
rebelión, en ocasiones las obreras pueden hastiarse del autoritarismo de la
reina y conspiran para asesinarla y poder poner sus huevos con libertad; esto
último también lo sabía el Partido Progresista, que por más que se coman los
huevos, ningún gobierno está exento de rebeliones, por lo que las máscaras
contribuían a dificultar cualquier intento por destruir a los líderes de la
colmena norteamericana.
Tras la
muerte de Bernard Goebbels necesitaban un símbolo de poder fuerte que pudiese
prosperar en el tiempo sin altibajos, nadie podría sustituir al profeta elegido
por Dios y padre de la revolución norteamericana, pero el partido sí podría
crear un símbolo que estuviese por encima de todo y de todos, los humanos
podían cometer errores, pero la Avispa Reina jamás se equivoca, ese sería el
nuevo epicentro del poder.
En
teoría el líder del partido y presidente de la nación podía ser cualquiera: el
vecino, el encargado de la distribución de alimentos, el gendarme, el conductor
del tren, el vagabundo, cualquiera, en una sociedad plagada de espías y
vigilantes de información todos podían ser aliados o enemigos según los
intereses de cada quien, si se estaba con el partido no había riesgos, pero
romper con el orden establecido era un suicidio; eso aplacaba aún más los intentos
de conspiración y había logrado mantener a raya a los círculos clandestinos de
resistencia.
Para
controlar aún más el descontento y solidificar la simbología de la colmena,
Ronald Chong, el científico más prominente del partido creó el primer prototipo
de avispas patrulleras en el año 2076, se trataba de unos pequeños robots
voladores con cámaras y micrófonos que harían labores de vigilancia en el país.
Inmediatamente las avispas fueron asignadas a la Guardia de la Felicidad, la
Gendarmería del Pensamiento, y el Ejército de Hombres Igualitarios, se
justificaba su uso en el acompañamiento a cada agente en sus labores para
grabar y tener registro de incidentes, pero en realidad era una forma de
mantener a los cuerpos de seguridad vigilados todo el tiempo.
Las
avispas se convirtieron en un gran éxito para el partido y con el tiempo fueron
evolucionando en sus características y funcionalidades, las amenazas de
insurrecciones internas se anularon por completo con esta medida, por lo que
poco a poco se fueron creando escenarios para amplificar el uso de las avispas
patrulleras a toda la sociedad.
En el
año 2080 el Partido Progresista liberó a miles de presidiarios y financió
operaciones criminales encubiertas con el propósito de potenciar el miedo, la
tasa de asesinatos creció en un 42 %, en ciudades importantes como Miami,
Seattle, Los Ángeles y Boston, los ciudadanos permanecían confinados en sus
habitaciones por miedo a sufrir “ataques terroristas” encabezados por el
enemigo número uno de la revolución, el malévolo Julius Robespierre.
En el
año 2082 estalló una bomba que destruyó el Golden Gate de San Francisco, un
avión se estrelló en la Torre Mao de Chicago, y hubo un ataque a la Casa Roja
de Nueva York —el Palacio presidencial—, entonces el partido promovió una ley
para ampliar los sistemas de cuidado y vigilancia de la nación, y con el
respaldo del país se autorizó la asignación de avispas patrulleras a cada
ciudadano después de los 12 años.
De la
otrora nación capitalista solo quedaba el esqueleto, los grandes rascacielos ya
no alojaban oficinas y empresas, sino vagabundos y desamparados; en Wall Street
ya no se compraban y vendían acciones de compañías, ahora los intercambios que
se hacían eran de pedazos de pan por cigarrillos, y en una que otra ocasión,
alguna prenda de oro que no había logrado ser incautada por el partido, se
usaba como pieza de cambio para carnes y vegetales.
El
miedo era la nueva religión, el terror había forjado el nuevo pacto social de
Occidente, la libertad se había convertido en una carga demasiado pesada para
cualquier individuo, lo ideal ahora era sucumbir ante el totalitarismo, dejarse
aplastar por el poder, abrazar el progresismo, no resistir.
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Los
cortes de electricidad eran intermitentes, los sonidos industriales acompañados
del zumbido de las avispas patrulleras eran las únicas melodías de Nueva York
desde la regulación de la música, el silencio también había sido expropiado por
los progresistas, y los colores en fachadas, edificios, vehículos, pinturas,
eran cada vez más escasos, porque el “color era otra forma de desigualdad”;
solo los jerarcas del partido y gendarmes vestían de negro para diferenciarse
de la clase progretaria, quienes únicamente estaban autorizados a vestir de
rojo.
En una
de las cajetillas para ratas donde se veían obligados a sobrevivir los humanos,
el olor de granos podridos cocidos a la leña despertó a Dorian, eran las 5:45
de la madrugada, los cocineros de la residencia #15.487 C al oeste de Manhattan
preparaban el desayuno para el batallón de progretarios.
El
invierno no terminaba de marcharse de Nueva York y el frío congelaba los huesos
de Dorian, abrió sus ojos haciendo un esfuerzo brusco para activar su cerebro,
derrotar el pesimismo y abrazar el mandamiento divino de la felicidad. Se
activó su avispa patrullera, se deshizo de la cobija, despegó su cuerpo de la
cama y se dirigió con rapidez al baño para tomar una ducha antes de la
congestión matutina, pues a eso de las 6:30 de la mañana ya los baños estaban
mugrientos y no quedaba jabón para limpiarse, lo que sumado al agua helada en
el invierno era poco alentador.
Era día
de mudanza, desde el decreto de la abolición absoluta de la desigualdad el
partido acondicionó todos los edificios y casas de la ciudad y el país
derrumbando paredes para “eliminar el individualismo y promover la
camaradería”, creando “habitaciones” para 10, 25, 50, 100, 250, y 500 personas.
Dependiendo del grado de responsabilidad estratégica en la producción del
partido, se asignaba a los miembros a diferentes pisos; habitaciones más
reducidas, indicaba mayor grado de responsabilidad del progretario. Sin
embargo, cada dos meses todos los ciudadanos debían ser reubicados, el partido
indicaba que nadie podía tener ataduras emocionales de posesión sobre espacios,
objetos o personas; los estudios realizados por los científicos sociales del
gobierno habían determinado que en ambientes de vigilancia estricta los hombres
podían crear vínculos de afinidad y confianza en un plazo medio de 72 días, al
rotarlos cada 60 días eliminaban el flujo de relaciones que pudiesen propiciar
una rebelión.
Dorian
estaba asignado en las habitaciones para 50 personas, en estas las camas tenían
almohadas y sabanas, todo un privilegio. Había logrado escalar en la jerarquía
del partido por su buen desempeño en la fábrica de avispas patrulleras, pero
todavía no lograba hacer realidad su sueño de formar parte de la Gendarmería
del Pensamiento.
Era el
cumpleaños 41 de Dorian, su cuerpo ya no disimulaba las carencias, la falta de
sueño y mala alimentación durante décadas lo hacían parecer un sexagenario, las
canas eran algo secundario en la exhibición de vejez, su piel se encontraba
marchitada y corroída, su espalda dibujaba un arco de 75 grados, su dentadura
estaba amarillenta y llena de caries, y sus huesos eran tan frágiles como una
porcelana, de todo su cuerpo, solo sus ojos azulados parecían continuar con
vida.
Luego
de la ducha se secó, se colocó su traje rojo, salió del baño y fue hasta su
cama para juntar todas sus pertenencias, en su maleta metió sus cuatro trajes
rojos, la ropa interior asignada para el presente año, dos panes que había
comprado la semana pasada, su ejemplar de “Nosotros los igualitaristas” el
libro sagrado base de la religión igualitaria escrito por Bernard Goebbels, su
cepillo dental, su identificación como miembro del partido y el cargador para
su ePof (pulsera inteligente); permaneció sentado un par de minutos al borde de
la cama en silencio sintiendo que la vejez llegaría muy pronto. Mientras
corrían los minutos para ir a tomar el desayuno aprovechó de ponerse al día con
el decálogo de noticias del partido que llegaban directamente a su ePof todas
las mañanas:
1. Producto
interno bruto en los EPA crece un 18,4 % en el último mes.
2. 544
terroristas mentales detenidos en las últimas 24 horas en el país.
3. Tasa
de desigualdad se ubica en 0 % en los EPA, y en 82 % en Latiamérica.
4. Empresas
privadas en Euro Occidente esclavizan niños para generar ganancias.
5. Julius
Robespierre es condenado en tribunales por robarse energía eléctrica de Nueva
York para provocar apagones y torturar a los progretarios.
6. Índice
de pobreza alcanza mínimo histórico en los EPA 0,0001 %.
7. Capitalismo
en Latiamérica mata de hambre a 70.000 personas al día.
8. China
Unida Monumental estrecha lazos con la nación progresista y renuevan tratado de
comercio.
9. Producción
de alimentos en los EPA supera la producción de toda Latiamérica y Euro
Occidente con 29.000 millones de toneladas anuales.
10. Hombre
recupera la vista en su cumpleaños 43 tras rezarle a Bernard Goebbels.
Ya eran
las 6:12 de la mañana, a esa hora, 42 de las 50 avispas patrulleras en la
habitación ya estaban activas, y el zumbido incesante de sus alas generaba esa
presión sónica que irrumpía la capacidad de introspección y pensamiento.
A las
6:30 de la mañana Dorian bajó al comedor comunal, por su cumpleaños le tenían
preparada una sorpresa, hoy no desayunaría granos podridos, sino que le había
preparado dos huevos cocidos de regalo con un vaso de leche de vaca. Dorian
derramó un par de lágrimas por la emoción, desde hacía muchos años que no comía
huevos, y esto sin duda era una demostración de afecto de parte del partido a
su persona.
A las 7
en punto llegó el bus que los trasladaría hasta la estación del metro donde los
progretarios serían guiados a sus nuevos destinos, en los últimos tres años
Dorian había sido movido a diferentes zonas de Manhattan, pero a decir verdad,
ya estaba un poco agotado de observar los cadáveres que se amontonaban en el
asfalto por las mañanas con los cráneos reventados y los sesos por doquier,
además, le habían contado que quienes eran asignados a los pueblos alrededor de
la capital comían mejor, pues había menos personas y estaban más cerca de los
campos de alimentación.
El
autobús dejó a los progretarios en la estación de Times Square, había miles de personas alrededor con sus respectivas
avispas patrulleras y sonrisas, al ser domingo los ciudadanos usaban el tiempo
libre para hacer filas por horas en las tiendas de la zona comercial para
comprar artículos de lujo: jamones, panes, leches, mantas para el frío,
medicinas y sodomicaína eran los productos más comprados. Algunos progretarios
también usaban el dinero para comprar libros, el partido desde hacía 18 años
había anulado la ley que prohibía la posesión de libros, y ahora permitía una
importación controlada de ejemplares con altos aranceles, mientras estos no
fueran considerados “subversivos”.
La
sodomicaína era una droga sintética creada por el partido a base de
alucinógenos y hierbas, el fin de la misma era “relajar” a los progretarios y
brindarles días de desconexión al sistema. Sin embargo, la sodomicaína estaba
prohibida en toda Musulmasia, la Confederación Soviética, Euro Occidente,
África Islámica y Latiamérica, pues se había denunciado que la misma generaba
adicción, letargo, alucinaciones, sensación distorsionada de tiempo y espacio,
anhedonia, dificultad para aprender o razonar, y comportamientos de
apaciguamiento y sumisión en hombres y mujeres. Solo en China Unida Monumental,
la Confederación de Islas del Caribe y los EPA la sodomicaína estaba admitida.
La
economía de los Estados Progresistas de América había variado mucho desde su
oficialización, iniciaron con la herencia de la economía capitalista de mercado
legado del sistema anterior que ya había venido sufriendo intervenciones por
parte de los demócratas, y poco a poco fueron migrando a una economía
socialista con planificación central; cada vez fueron absorbiendo más empresas
privadas, creando empresas públicas y ensanchando las nóminas de dependientes
del Estado, determinando precios, oferta y demanda, hasta que una enorme
escasez los azotó en el 2075, acompañado de la muerte de Bernard Goebbels, por
lo que se decretó la “abolición absoluta de desigualdades” que llevó a la
anarquía. Los 432.544 dólares que recibió cada ciudadano dejaron de tener valía
en un par de meses, entonces se hizo un reseteo general de la economía, todos
los progretarios pasaron a ganar sueldos de 100 dólares mensuales, trabajando
para el Estado en la empresa que este le designe, y además le brindarían a
todos vivienda, educación, salud y alimentación gratuita.
Los
años bajo este tipo de economía fueron los peores durante la administración
progresista, las muertes de hambre superaban a los suicidios, la violencia por
disputas de comida se había hecho incontrolable, los cadáveres se acumulaban en
las aceras, calles, edificios y fábricas, y se debió crear una comisión
exclusiva para recolección y eliminación de cuerpos, a la que se llamó “Agencia
Nacional de Embellecimiento Urbano”; luego del último desastre económico el
partido tomó la decisión de privatizar algunas industrias siguiendo los
consejos de su principal aliado: China Unida Monumental. Entonces, algunas
empresas públicas “estratégicas” pasaron a manos de privados, aunque por
supuesto, esos privados eran los jerarcas del Partido Progresista.
Desde
entonces la producción y comercialización de la sodomicaína estaba en manos de
Karl Huang, la mano derecha de Bernard Goebbels en vida, de hecho, el Estado
subsidiaba el consumo de sodomicaína de los ciudadanos y promovía su uso; la
producción de medicamentos fue concedida a Marcelina Evans —supuesta amante del
gran líder—; las tierras fueron otorgadas a diferentes jerarcas del partido en
todo el país con la intención de multiplicar la producción y resolver el
problema del hambre, y también se otorgaron licencias de importación para
bienes variados por primera vez en décadas, mientras el partido tenía el
monopolio de las avispas patrulleras, producto que ya estaba siendo exportado a
varios países de Musulmasia, la Confederación Soviética y China Unida
Monumental.
La
esclavitud moderna se había construido en base a los principios de la igualdad,
ahora todo el sistema se enraizaba de forma vertical, millones de ciudadanos
trabajaban para enriquecer a los jerarcas del Partido Progresista, la anhelada
erradicación de las desigualdades era una realidad, todos eran pobres, a
excepción de las cabezas del panal.
De
repente a Dorian le vino a la mente un extraño flashback, recordó a su madre, tenía años sin visualizar su rostro
pálido y envejecido, específicamente recordó una noche en la que fueron a cenar
hamburguesas por Times Square y había
miles de personas riendo, disfrutando, comiendo y tomando cervezas, comprando
ropa, teléfonos, accesorios; no había filas para adquirir alimentos, tampoco
avispas patrulleras ni Guardias de la Felicidad, todas las pantallas de los
edificios estaban encendidas, no había cortes de luz, parecía todo muy utópico.
Por segundos Dorian sintió miedo, de repente se cuestionó si acaso el mundo no
era mejor antes de la llegada al poder del partido, pero rápidamente vino a su
mente la imagen de Bernard Goebbels y se arrepintió por cuestionarse; pidió
perdón en su interior y continuó caminando hasta la estación del metro.
Para leer el libro completo, ingresa en el siguiente enlace.
Muy interesante. Qué opina de 1984, de Orwell?
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