El decálogo del hombre igualitario


 1

 

Los hombres volaban por los cielos y estrellaban sus anatomías contra el asfalto destrozando sus cráneos, esa era la imagen más recurrente a diario en Manhattan. Las mediciones oficiales habían logrado determinar que 8 de cada 10 personas que se lanzaba de un rascacielos aterrizaba con su cabeza en primer lugar, dependiendo de la altura del lanzamiento y el peso, los cuerpos toman velocidades que oscilan entre los 100 y 300 kilómetros por hora, el impacto imprime una suma de fuerza que multiplica el peso y, por ende, la destrucción; la cavidad cerebral queda pulverizada de inmediato, el sufrimiento es inconmensurable, pero la muerte inmediata. Para el partido este era el “suicidio inmoral”, debido a la alta exposición.

Otro grupo optaba por lanzarse a las vías del tren, este era considerado por el partido “el suicidio responsable”, desde la proliferación de las epidemias depresivas se implementó un sistema de rieles que tenía cada tres kilómetros una fosa, el tren tenía ahora un sistema innovador de apalancamiento que arrastraba el cadáver hasta ellas, donde cada 24 horas se realizaba un proceso de incineración, así nadie debía preocuparse por los muertos ni sus restos después de fallecer, sencillamente el tren los recogía y se desintegraban.

El “suicidio ideal” era el ejecutado en silencio sin la exposición a las masas: ahorcamientos, corte de venas, abuso de sustancias tóxicas; el método era lo de menos, siempre y cuando los desequilibrios individuales no alterasen el orden público ni vulneraran la “felicidad del progretariado”. 

Los suicidios en masa eran un arma de doble filo, por un lado, exponían la narrativa de la “suprema felicidad” propiciada por el partido, pero por otra parte era un instrumento para acabar con los terroristas mentales, un “terrorista mental” muerto, era un terrorista mental bueno, y no había mejor forma de deshacerse de ellos que inducirlos al suicidio mediante la coacción de sus libertades y la destrucción de sus bioquímicas cerebrales.

El sistema estaba diseñado para premiar e incorporar al partido a las masas menos críticas y más moldeables, y destruir al “terrorista mental”, todo terrorista mental era un “hombre rebelde”, pero no todo hombre rebelde era un terrorista mental; para el partido el primero era una causa perdida, alguien que debía ser eliminado, el hombre rebelde, por el contrario, era en teoría un proyecto que todavía podía ser recuperado. 

“Un ser que piensa como individuo, es un terrorista de ideas”, ese era el principal lema del partido, dentro del colectivo todo, fuera de él, nada; y en contrapartida, el que se subordinaba sin cuestionamientos a los lineamientos era el “Hombre igualitario”, un proyecto que llevaba décadas siendo edificado y que para el 2092 se había perfeccionado mediante la producción a gran escala de hombres autómatas.   

La versión más utópica del totalitarismo escalaba a pasos agigantados, convertir a los hombres en cascarones vacíos dispuestos a acatar decisiones sin cuestionamientos era el mecanismo más efectivo para construir un poder supremo e inexpugnable, despojarlos de voluntad, anular su personalidad, destruir las nociones de naturaleza humana, esa era la batalla del nuevo orden en Occidente, uno cuyo propósito era el expansionismo que le brindara sumisión en todas las latitudes.

  

2

 

En una clínica privada del barrio Hell´s Kitchen de Manhattan nació Dorian Blair, el 4 de marzo del 2051 a las 11:45 de la noche. El hijo de Melinda Clark y Thomas Blair llegó al mundo en una época de cambios, cuando Bernard Goebbels tenía siete años en el poder y se visualizaba la nueva era dorada de los Estados Unidos de América, antes de adquirir su nueva denominación progresista.

El abuelo de Dorian, Marcus Blair, un funcionario de la administración republicana había perdido la vida en un ataque biológico a Washington, y su padre, un exitoso ingeniero químico y empresario que había financiado y producido la cura para el melanoma, desapareció misteriosamente cuando Dorian tenía 5 años.

El hijo único del matrimonio Blair Clark creció en los suburbios de Queens en un orfanato dirigido por el partido, estaban entrando en vigor las leyes de ideologización comunitaria, por lo que los niños empezaron a ser educados por el Estado y no por sus padres, debido a esto Melinda perdió la custodia de su hijo y fue obligada a entregarlo al “Centro de Educación Progresista Bernard Goebbels #124”, luego de esto Dorian no volvería a saber nada de su madre, sus insistentes preguntas se agotaron al término de dos años, y después fue como si sencillamente se hubiera borrado de su memoria el recuerdo de sus padres.

En su infancia Dorian aprendió a odiar el capitalismo, a despreciar la riqueza, comprendió la importancia de la igualdad absoluta, le enseñaron la historia de los Estados Unidos de América, un país fracasado, terrorista, donde a diario morían millones de norteamericanos de hambre debido a la desigualdad y a la explotación de ricos sobre los pobres, y que pasó siglos robando y oprimiendo a otras naciones hambrientas para sostener sus élites opulentas y diabólicas. El hijo de Thomas y Melinda aprendió a amar al líder, al profeta, al todopoderoso salvador y redentor de la humanidad, Bernard Goebbels.

En el Centro de Educación Progresista enseñaban a los niños y adolescentes la doctrina del Decanoseo Igualitario —la religión del partido—, y las profecías que Dios había enviado al mundo de la mano de Bernard Goebbels. Luego de los 12 años el pensum académico se expandía, los niños aprendían matemáticas, neolengua, física, química, psicología goebbeliana, filosofía social, procesamiento de emociones, historia moderna del terrorismo capitalista, religión igualitaria, comunitarismo, técnicas de espionaje avanzada, infiltración en grupos disidentes, y mecanismos de justicia tortuosa por el bienestar de la comunidad, esta última materia además brindaba conocimientos básicos de medicina para evitar muertes sobrevenidas por exceso de torturas justas. 

A diario en los institutos uno de los guías del centro ideológico se convertía en conspirador, se quejaba de los mandamientos del partido, mostraba inconformidad, y los niños debían descubrirlo y denunciarlo ante las autoridades, el niño que acumulara más denuncias exitosas a fin de mes, se ganaba una medalla Goebbels.

Dorian vivía en un paraíso, escuchaba las historias de los espías del partido que lograban desmantelar bandas de terroristas mentales, y se preparaba para algún día ser parte de la Gendarmería del Pensamiento, su misión en la vida era servirle al partido, defender el legado del gran líder y luchar para construir un mundo cada vez más igualitario.

Todas las noches antes de dormir, los niños debían rezarle al gran Bernard y repetir cinco veces los recién establecidos diez principios fundamentales del progresismo y el Decanoseo Igualitario, que también eran conocidos como “El Decálogo del Hombre Igualitario”:

1.      LA IGUALDAD ES EL FIN SUPREMO DE LA VIDA.

2.      EL CONFORMISMO ES LA PAZ.

3.      CUESTIONAR ES UN ACTO SUBVERSIVO.

4.      LA LIBERTAD ES OPRESIVA.

5.      LA DICTADURA ES DEMOCRÁTICA.

6.      LA FELICIDAD ES UNA OBLIGACIÓN DIVINA.

7.      EL PARTIDO ES LA ÚNICA FAMILIA.

8.      LA SEXUALIDAD ES REPRODUCTIVA, NO LUJURIOSA.

9.      AMAR A GOEBBELS SOBRE TODAS LAS COSAS.

10.   EL PROGRESISMO ES LA VOLUNTAD DE DIOS.  

El decálogo adquirió rango constitucional, empezó a ser aplicado por el partido como la sharia islámica, estaba presente obligatoriamente en la entrada de todas las edificaciones del país, y si bien no era el único ordenamiento jurídico, cualquier ciudadano podía ser detenido y enjuiciado por romper cualquiera de los diez principios; se había abierto procesos a progretarios por “tener demasiadas ambiciones”, por “cuestionar al partido”, o sencillamente “por no amar a Goebbels” sobre todas las cosas.

En un par de años el orfanato donde creció Dorian empezó a llenarse de niños asiáticos que llegaban de China Unida Monumental, en los círculos clandestinos de resistencia en la ciudad se corría la información de que el ataque biológico realizado una década atrás en el que murió Marcus Blair y más de la mitad del gabinete ejecutivo del entonces presidente, Abraham Jones, había sido orquestado en conjunto por el gigante asiático con la izquierda norteamericana y Goebbels para quebrar el sistema y tomar el poder.

Sin embargo, los testigos de la verdad y la información eran neutralizados cada vez más rápido por la Gendarmería del Pensamiento, ahora el progresismo era la única verdad, la única religión, cuestionar era un acto subversivo.  

 

3

 

El ataque biológico del año 2040 había abierto las puertas al totalitarismo, en una batalla por la supremacía mundial con China se liberó en Washington un virus que infectaba la sangre, la coagulaba y ocasionaba la muerte en un par de días; en apenas tres meses murió el 22 % de la población de la ciudad, se debieron mover los cuarteles del poder a Nueva York quien volvió a ser la capital del país tras 250 años, luego de ceder a Filadelfia la capitanía el 5 de diciembre de 1790. Washington, que desde el año 1800 había sido designada la ciudad capital y se había mantenido así de forma ininterrumpida durante 240 años había quedado completamente devastada, y desde entonces se mantenía clausurada.

Los progresistas tenían más de cuatro décadas en el poder, llegaron de la mano de su líder, Bernard Goebbels, con mayoría en el senado en 2042, camuflado entre los demócratas durante la pandemia prometiendo salud pública universal, hacerse cargo de quienes se había quedado sin trabajo y eliminar las desigualdades. En el 2044 Goebbels fue electo presidente de los Estados Unidos con un 66 % de los votos, absorbiendo el control absoluto; crearon impuestos a la “riqueza”, se apoderaron de la Reserva Federal y fueron comprando a los ciudadanos con bonos y subsidios, mientras destruían sistemáticamente las empresas privadas del país; los republicanos se habían convertido en una minoría y cuando los demócratas trataron de reaccionar era demasiado tarde.

Durante los primeros años el Estado se fue agrandando, creando cada vez más comisiones, mas oficinas públicas para procurar la “igualdad”, se sumaban cada vez más policías y militares, crecía el aparato de propaganda y también el de vigilancia. Para financiar esto se fueron desarrollando nuevos impuestos, que llamaban de distintas formas:

1.      EL IMPUESTO A LA DESIGUALDAD.

2.      EL IMPUESTO A LA AYUDA A LOS MÁS NECESITADOS.

3.      EL IMPUESTO A LA AVARICIA.

En el 2052 por primera vez en la historia de los Estados Unidos se somete a votación la reforma de la Constitución para permitir la reelección indefinida del presidente, junto a la eliminación del derecho a porte de armas de los ciudadanos, la anulación de las redes sociales por promover el terrorismo de ideas distintas y desigualitarias, lo cual además se incluyó en un paquete de leyes que ofrecía salud, educación y alimentación “gratuita e igualitaria” para todos, esto con el propósito de “solidificar” y “proteger” la eliminación de las desigualdades, además de cambiar el nombre de la República a: Estados Progresistas de América (EPA). La moción fue aprobada por el 56 % de los ciudadanos.

A inicios de la década de los 60, el gobierno progresista ya controlaba el 62 % de los institutos educativos, y el 74 % de los hospitales del país, por primera vez en la historia de Estados Unidos había más funcionarios públicos en nómina que trabajadores en el sector privado, y solo el presidente de la República contaba con 10 ministerios principales, y 66 sub-ministerios diferentes para consolidar la “destrucción de las desigualdades”.

Los progresistas fueron invadiendo y expandiendo su territorio, se apoderaron de Canadá, de parte de México, de Groenlandia, e integraron de mutuo acuerdo a Cuba a su nueva República, haciendo de los Estados Progresistas de América un supra Estado militarista donde las estrellas de la bandera norteamericana fueron sustituidas por pequeñas avispas.

En el año 2075 los progresistas decretaron la “abolición absoluta de las desigualdades”, esto introdujo una serie de cambios todavía más radicales en la sociedad, la primera medida para asegurar el éxito de la misión fue la expropiación total de las riquezas y propiedades de todos los ciudadanos norteamericanos, para después “repartirse” en “partes iguales”.

A cada ciudadano se le entregó un fondo de 432.544 dólares, y todas las empresas y bienes raíces fueron absorbidos por el Estado, quien a partir de ese momento se encargaría de reubicar a las familias en las distintas casas y edificios del país. La medida fue aplaudida por más del 75 % de la población, pero al ejecutarse y hacerse efectiva la redistribución de las riquezas, la anarquía se apoderó de las calles; la gente dejó de ir a sus trabajos, las tiendas y mercancías ya no tenían encargados, ni dueños, de inmediato se produjo una escasez descomunal, así el propio dinero perdió su valor, y los saqueos se convirtieron en ley.

Todo esto ocasionó una crisis económica mundial, el dólar estadounidense había dejado hace mucho de ser la moneda de referencia en el planeta, la destrucción de la economía nacional redujo el consumo de sus habitantes y los ingresos por importación y exportación de todos los socios comerciales del anterior país más rico y poderoso del mundo.

A los pocos días de haberse implementando la abolición de desigualdades los ciudadanos que habían recibido una suma millonaria ya no tenían como gastarla, pero se había logrado derribar por completo el sistema de mercado, a partir de entonces entraría en vigor el Estado policial de vigilancia extrema y la dirección absoluta de la economía, esto desató una hambruna que mató a 67 millones de estadounidenses en un período de 10 años.

Ese año —2075— el presidente de los Estados Progresistas de América se convirtió en una máscara, junto al decreto de la abolición de desigualdad también se anunció la “regulación de salidas del país” y la renuncia de Bernard Goebbels por “grave estado de salud” luego de 31 años en el poder; aunque en los círculos de resistencia se corría el rumor que el mismo ya había fallecido hace un par de años. La noticia fue oficializada un par de días después, el 24 de enero de aquel año se decretó un mes de luto por el fallecimiento del gran líder.

Desde entonces se oficializó la “doctrina de la Avispa Reina”, a partir de ese momento nadie conocería el nombre o identidad del presidente, cada vez que se dirigiera a sus ciudadanos el mandatario lo haría tras un rostro de avispa, y lo mismo ocurriría con quienes encabezaban los diez ministerios del partido —Ministerio de Igualdad; Ministerio de Paz; Ministerio de Servicio al Progretariado; Ministerio de la Verdad; Ministerio de Felicidad; Ministerio de Progreso; Ministerio de Amor; Ministerio de Reproducción; Ministerio Goebbeliano; Ministerio de Relaciones Divinas. La razón detrás de todo esto era construir un poder político que no girara entorno a un hombre, sino a una figura: la Avispa Reina gobernaba, y los miembros del panal debían obedecer.

El simbolismo de la avispa se construyó en laboratorios de pensamiento, un grupo de filósofos y científicos del neomarxismo progresista pertenecientes a la Escuela de Tréveris determinaron que el comportamiento social de las avispas era el ideal socialista por antonomasia. Este insecto es muy social y vive en comunidades dentro de nidos, las colonias son fundadas por una avispa reina que da a luz a obreras y zánganos para continuar la reproducción.

La misión de las avispas obreras es trabajar para alimentar, complacer y proteger al nido y la reina, mientras que esta última se queda en el panal regocijándose y reproduciéndose a la vez que dirige la sociedad. Las avispas obreras suelen ser estériles, aunque en ocasiones pueden poner huevos, lo que enfada a la reina pues una reproducción descontrolada puede generar una revuelta social, por lo tanto, si una obrera se desvía e intenta reproducirse, la reina va y se come sus huevos para así preservar el orden establecido dentro de la colmena y no romper con la jerarquización; sin embargo, en la estabilidad del reino de las avispas existe una línea muy delgada entre el mantenimiento del orden y la rebelión, en ocasiones las obreras pueden hastiarse del autoritarismo de la reina y conspiran para asesinarla y poder poner sus huevos con libertad; esto último también lo sabía el Partido Progresista, que por más que se coman los huevos, ningún gobierno está exento de rebeliones, por lo que las máscaras contribuían a dificultar cualquier intento por destruir a los líderes de la colmena norteamericana.

Tras la muerte de Bernard Goebbels necesitaban un símbolo de poder fuerte que pudiese prosperar en el tiempo sin altibajos, nadie podría sustituir al profeta elegido por Dios y padre de la revolución norteamericana, pero el partido sí podría crear un símbolo que estuviese por encima de todo y de todos, los humanos podían cometer errores, pero la Avispa Reina jamás se equivoca, ese sería el nuevo epicentro del poder.

En teoría el líder del partido y presidente de la nación podía ser cualquiera: el vecino, el encargado de la distribución de alimentos, el gendarme, el conductor del tren, el vagabundo, cualquiera, en una sociedad plagada de espías y vigilantes de información todos podían ser aliados o enemigos según los intereses de cada quien, si se estaba con el partido no había riesgos, pero romper con el orden establecido era un suicidio; eso aplacaba aún más los intentos de conspiración y había logrado mantener a raya a los círculos clandestinos de resistencia.  

Para controlar aún más el descontento y solidificar la simbología de la colmena, Ronald Chong, el científico más prominente del partido creó el primer prototipo de avispas patrulleras en el año 2076, se trataba de unos pequeños robots voladores con cámaras y micrófonos que harían labores de vigilancia en el país. Inmediatamente las avispas fueron asignadas a la Guardia de la Felicidad, la Gendarmería del Pensamiento, y el Ejército de Hombres Igualitarios, se justificaba su uso en el acompañamiento a cada agente en sus labores para grabar y tener registro de incidentes, pero en realidad era una forma de mantener a los cuerpos de seguridad vigilados todo el tiempo.

Las avispas se convirtieron en un gran éxito para el partido y con el tiempo fueron evolucionando en sus características y funcionalidades, las amenazas de insurrecciones internas se anularon por completo con esta medida, por lo que poco a poco se fueron creando escenarios para amplificar el uso de las avispas patrulleras a toda la sociedad.

En el año 2080 el Partido Progresista liberó a miles de presidiarios y financió operaciones criminales encubiertas con el propósito de potenciar el miedo, la tasa de asesinatos creció en un 42 %, en ciudades importantes como Miami, Seattle, Los Ángeles y Boston, los ciudadanos permanecían confinados en sus habitaciones por miedo a sufrir “ataques terroristas” encabezados por el enemigo número uno de la revolución, el malévolo Julius Robespierre.

En el año 2082 estalló una bomba que destruyó el Golden Gate de San Francisco, un avión se estrelló en la Torre Mao de Chicago, y hubo un ataque a la Casa Roja de Nueva York —el Palacio presidencial—, entonces el partido promovió una ley para ampliar los sistemas de cuidado y vigilancia de la nación, y con el respaldo del país se autorizó la asignación de avispas patrulleras a cada ciudadano después de los 12 años. 

De la otrora nación capitalista solo quedaba el esqueleto, los grandes rascacielos ya no alojaban oficinas y empresas, sino vagabundos y desamparados; en Wall Street ya no se compraban y vendían acciones de compañías, ahora los intercambios que se hacían eran de pedazos de pan por cigarrillos, y en una que otra ocasión, alguna prenda de oro que no había logrado ser incautada por el partido, se usaba como pieza de cambio para carnes y vegetales. 

El miedo era la nueva religión, el terror había forjado el nuevo pacto social de Occidente, la libertad se había convertido en una carga demasiado pesada para cualquier individuo, lo ideal ahora era sucumbir ante el totalitarismo, dejarse aplastar por el poder, abrazar el progresismo, no resistir.

 

4

 

Los cortes de electricidad eran intermitentes, los sonidos industriales acompañados del zumbido de las avispas patrulleras eran las únicas melodías de Nueva York desde la regulación de la música, el silencio también había sido expropiado por los progresistas, y los colores en fachadas, edificios, vehículos, pinturas, eran cada vez más escasos, porque el “color era otra forma de desigualdad”; solo los jerarcas del partido y gendarmes vestían de negro para diferenciarse de la clase progretaria, quienes únicamente estaban autorizados a vestir de rojo.

En una de las cajetillas para ratas donde se veían obligados a sobrevivir los humanos, el olor de granos podridos cocidos a la leña despertó a Dorian, eran las 5:45 de la madrugada, los cocineros de la residencia #15.487 C al oeste de Manhattan preparaban el desayuno para el batallón de progretarios.

El invierno no terminaba de marcharse de Nueva York y el frío congelaba los huesos de Dorian, abrió sus ojos haciendo un esfuerzo brusco para activar su cerebro, derrotar el pesimismo y abrazar el mandamiento divino de la felicidad. Se activó su avispa patrullera, se deshizo de la cobija, despegó su cuerpo de la cama y se dirigió con rapidez al baño para tomar una ducha antes de la congestión matutina, pues a eso de las 6:30 de la mañana ya los baños estaban mugrientos y no quedaba jabón para limpiarse, lo que sumado al agua helada en el invierno era poco alentador.

Era día de mudanza, desde el decreto de la abolición absoluta de la desigualdad el partido acondicionó todos los edificios y casas de la ciudad y el país derrumbando paredes para “eliminar el individualismo y promover la camaradería”, creando “habitaciones” para 10, 25, 50, 100, 250, y 500 personas. Dependiendo del grado de responsabilidad estratégica en la producción del partido, se asignaba a los miembros a diferentes pisos; habitaciones más reducidas, indicaba mayor grado de responsabilidad del progretario. Sin embargo, cada dos meses todos los ciudadanos debían ser reubicados, el partido indicaba que nadie podía tener ataduras emocionales de posesión sobre espacios, objetos o personas; los estudios realizados por los científicos sociales del gobierno habían determinado que en ambientes de vigilancia estricta los hombres podían crear vínculos de afinidad y confianza en un plazo medio de 72 días, al rotarlos cada 60 días eliminaban el flujo de relaciones que pudiesen propiciar una rebelión.

Dorian estaba asignado en las habitaciones para 50 personas, en estas las camas tenían almohadas y sabanas, todo un privilegio. Había logrado escalar en la jerarquía del partido por su buen desempeño en la fábrica de avispas patrulleras, pero todavía no lograba hacer realidad su sueño de formar parte de la Gendarmería del Pensamiento.

Era el cumpleaños 41 de Dorian, su cuerpo ya no disimulaba las carencias, la falta de sueño y mala alimentación durante décadas lo hacían parecer un sexagenario, las canas eran algo secundario en la exhibición de vejez, su piel se encontraba marchitada y corroída, su espalda dibujaba un arco de 75 grados, su dentadura estaba amarillenta y llena de caries, y sus huesos eran tan frágiles como una porcelana, de todo su cuerpo, solo sus ojos azulados parecían continuar con vida.

Luego de la ducha se secó, se colocó su traje rojo, salió del baño y fue hasta su cama para juntar todas sus pertenencias, en su maleta metió sus cuatro trajes rojos, la ropa interior asignada para el presente año, dos panes que había comprado la semana pasada, su ejemplar de “Nosotros los igualitaristas” el libro sagrado base de la religión igualitaria escrito por Bernard Goebbels, su cepillo dental, su identificación como miembro del partido y el cargador para su ePof (pulsera inteligente); permaneció sentado un par de minutos al borde de la cama en silencio sintiendo que la vejez llegaría muy pronto. Mientras corrían los minutos para ir a tomar el desayuno aprovechó de ponerse al día con el decálogo de noticias del partido que llegaban directamente a su ePof todas las mañanas:

1.      Producto interno bruto en los EPA crece un 18,4 % en el último mes.

2.      544 terroristas mentales detenidos en las últimas 24 horas en el país.

3.      Tasa de desigualdad se ubica en 0 % en los EPA, y en 82 % en Latiamérica.

4.      Empresas privadas en Euro Occidente esclavizan niños para generar ganancias.

5.      Julius Robespierre es condenado en tribunales por robarse energía eléctrica de Nueva York para provocar apagones y torturar a los progretarios.

6.      Índice de pobreza alcanza mínimo histórico en los EPA 0,0001 %.

7.      Capitalismo en Latiamérica mata de hambre a 70.000 personas al día.

8.      China Unida Monumental estrecha lazos con la nación progresista y renuevan tratado de comercio.

9.      Producción de alimentos en los EPA supera la producción de toda Latiamérica y Euro Occidente con 29.000 millones de toneladas anuales.

10.   Hombre recupera la vista en su cumpleaños 43 tras rezarle a Bernard Goebbels.

Ya eran las 6:12 de la mañana, a esa hora, 42 de las 50 avispas patrulleras en la habitación ya estaban activas, y el zumbido incesante de sus alas generaba esa presión sónica que irrumpía la capacidad de introspección y pensamiento. 

A las 6:30 de la mañana Dorian bajó al comedor comunal, por su cumpleaños le tenían preparada una sorpresa, hoy no desayunaría granos podridos, sino que le había preparado dos huevos cocidos de regalo con un vaso de leche de vaca. Dorian derramó un par de lágrimas por la emoción, desde hacía muchos años que no comía huevos, y esto sin duda era una demostración de afecto de parte del partido a su persona. 

A las 7 en punto llegó el bus que los trasladaría hasta la estación del metro donde los progretarios serían guiados a sus nuevos destinos, en los últimos tres años Dorian había sido movido a diferentes zonas de Manhattan, pero a decir verdad, ya estaba un poco agotado de observar los cadáveres que se amontonaban en el asfalto por las mañanas con los cráneos reventados y los sesos por doquier, además, le habían contado que quienes eran asignados a los pueblos alrededor de la capital comían mejor, pues había menos personas y estaban más cerca de los campos de alimentación.

El autobús dejó a los progretarios en la estación de Times Square, había miles de personas alrededor con sus respectivas avispas patrulleras y sonrisas, al ser domingo los ciudadanos usaban el tiempo libre para hacer filas por horas en las tiendas de la zona comercial para comprar artículos de lujo: jamones, panes, leches, mantas para el frío, medicinas y sodomicaína eran los productos más comprados. Algunos progretarios también usaban el dinero para comprar libros, el partido desde hacía 18 años había anulado la ley que prohibía la posesión de libros, y ahora permitía una importación controlada de ejemplares con altos aranceles, mientras estos no fueran considerados “subversivos”.

La sodomicaína era una droga sintética creada por el partido a base de alucinógenos y hierbas, el fin de la misma era “relajar” a los progretarios y brindarles días de desconexión al sistema. Sin embargo, la sodomicaína estaba prohibida en toda Musulmasia, la Confederación Soviética, Euro Occidente, África Islámica y Latiamérica, pues se había denunciado que la misma generaba adicción, letargo, alucinaciones, sensación distorsionada de tiempo y espacio, anhedonia, dificultad para aprender o razonar, y comportamientos de apaciguamiento y sumisión en hombres y mujeres. Solo en China Unida Monumental, la Confederación de Islas del Caribe y los EPA la sodomicaína estaba admitida.

La economía de los Estados Progresistas de América había variado mucho desde su oficialización, iniciaron con la herencia de la economía capitalista de mercado legado del sistema anterior que ya había venido sufriendo intervenciones por parte de los demócratas, y poco a poco fueron migrando a una economía socialista con planificación central; cada vez fueron absorbiendo más empresas privadas, creando empresas públicas y ensanchando las nóminas de dependientes del Estado, determinando precios, oferta y demanda, hasta que una enorme escasez los azotó en el 2075, acompañado de la muerte de Bernard Goebbels, por lo que se decretó la “abolición absoluta de desigualdades” que llevó a la anarquía. Los 432.544 dólares que recibió cada ciudadano dejaron de tener valía en un par de meses, entonces se hizo un reseteo general de la economía, todos los progretarios pasaron a ganar sueldos de 100 dólares mensuales, trabajando para el Estado en la empresa que este le designe, y además le brindarían a todos vivienda, educación, salud y alimentación gratuita.

Los años bajo este tipo de economía fueron los peores durante la administración progresista, las muertes de hambre superaban a los suicidios, la violencia por disputas de comida se había hecho incontrolable, los cadáveres se acumulaban en las aceras, calles, edificios y fábricas, y se debió crear una comisión exclusiva para recolección y eliminación de cuerpos, a la que se llamó “Agencia Nacional de Embellecimiento Urbano”; luego del último desastre económico el partido tomó la decisión de privatizar algunas industrias siguiendo los consejos de su principal aliado: China Unida Monumental. Entonces, algunas empresas públicas “estratégicas” pasaron a manos de privados, aunque por supuesto, esos privados eran los jerarcas del Partido Progresista.

Desde entonces la producción y comercialización de la sodomicaína estaba en manos de Karl Huang, la mano derecha de Bernard Goebbels en vida, de hecho, el Estado subsidiaba el consumo de sodomicaína de los ciudadanos y promovía su uso; la producción de medicamentos fue concedida a Marcelina Evans —supuesta amante del gran líder—; las tierras fueron otorgadas a diferentes jerarcas del partido en todo el país con la intención de multiplicar la producción y resolver el problema del hambre, y también se otorgaron licencias de importación para bienes variados por primera vez en décadas, mientras el partido tenía el monopolio de las avispas patrulleras, producto que ya estaba siendo exportado a varios países de Musulmasia, la Confederación Soviética y China Unida Monumental.  

La esclavitud moderna se había construido en base a los principios de la igualdad, ahora todo el sistema se enraizaba de forma vertical, millones de ciudadanos trabajaban para enriquecer a los jerarcas del Partido Progresista, la anhelada erradicación de las desigualdades era una realidad, todos eran pobres, a excepción de las cabezas del panal.

De repente a Dorian le vino a la mente un extraño flashback, recordó a su madre, tenía años sin visualizar su rostro pálido y envejecido, específicamente recordó una noche en la que fueron a cenar hamburguesas por Times Square y había miles de personas riendo, disfrutando, comiendo y tomando cervezas, comprando ropa, teléfonos, accesorios; no había filas para adquirir alimentos, tampoco avispas patrulleras ni Guardias de la Felicidad, todas las pantallas de los edificios estaban encendidas, no había cortes de luz, parecía todo muy utópico. Por segundos Dorian sintió miedo, de repente se cuestionó si acaso el mundo no era mejor antes de la llegada al poder del partido, pero rápidamente vino a su mente la imagen de Bernard Goebbels y se arrepintió por cuestionarse; pidió perdón en su interior y continuó caminando hasta la estación del metro.  



Para leer el libro completo, ingresa en el siguiente enlace.


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares