El negocio de la muerte
Lo impensado, voy camino a casa y
escucho en la radio abundante publicidad sobre servicios crematorios, funerales
y cementerios. Me pregunto, ¿la cosa está tan buena para los dueños de
funerarias y cementerios que deben competirse los muertos? Y sí, trágicamente la
muerte es hoy en día el negocio más lucrativo del país; ahora los
cementerios ofrecen sus parcelas como si fueran posadas de lujo para pasar el
descanso eterno, los únicos sitios en Venezuela donde no debes hacer colas, pelearte
por una bolsa de arroz, o sufrir para conseguir medicamentos. Precisamente la
muerte es una de las pocas área económica del país que crece día tras día, los
terrenos de los cementerios son ampliados, y las capillas velatorias crecen en
cantidad; ¿las razones? ¿Deben acaso comentarse? Entre la inseguridad, el
hambre y la falta de medicamentos han convertido el negocio de la muerte en el
más codiciado de los emprendedores, y no pueden culparse a los propietarios de
dichos rubros económicos, mucho menos a las maltratadas estaciones de radio,
las cuales a falta de producción nacional, escasa inversión económica, bajo
emprendimiento y el desabastecimiento de productos en el mercado, han visto
reducidas sus pautas publicitarias a niveles paupérrimos y ahora deben
sobrevivir con las uñas para pagar sus nóminas. Y por supuesto, desde un punto
de vista moral, objetivo, ético, promocionar a la muerte puede sonar cruel, despiadado,
pero es la realidad que vivimos debido a las políticas gubernamentales y los
ciudadanos no pueden hacer otra cosa que adaptarse y tratar de curiosamente “sobrevivir”.
La muerte está tan cara en Venezuela,
que ya no se sabe si es mejor morirse o permanecer viviendo entre las penumbras,
puesto que hoy en día realizar el pago de los rituales y servicios fúnebres cuesta
una fortuna muy alejada de aquellos que intentan sobrevivir con un salario mínimo;
hace años era en Venezuela una preocupación para los ciudadanos el precio de
los medicamentos (en caso de que sus familiares enfermaran), hoy en día la
preocupación es mucho mayor, puesto que no solo los medicamentos y tratamientos
médicos han aumentado considerablemente de precio, sino que además de ello
conseguirles es una misión imposible, y si aparte de ello, el paciente no
consigue el alivio bioquímico y su cuerpo deja de funcionar, cuesta otra
fortuna que el fallecido muera con dignidad, así que incluso después de la
muerte el muerto puede sufrir.
A todas estas nadie gana, salvo, claro
está, los dueños de funerarias y cementerios (a quienes no podemos culpar de la
catástrofe en el país; ellos solo prestan un servicio, y uno muy digno dicho
sea de paso); en cuanto a las estaciones de radio, ¿qué otra cosa pueden hacer?
Deben intentar sobrevivir a como dé lugar, ¿no? Igual que la gente, igual que
la propia vida que busca no morirse, pero, ¿no es hoy en día la muerte la mejor
apuesta para los empresarios en Venezuela? Ese es el debate, un debate muy
infortunado por cierto.
Permite disentir, la muerte no es negocio para nadie.
ResponderEliminarDesde el punto de vista estrictamente comercial (dejando los argumentos que podría ofrecerte desde mi emocionalidad), te cuento que mi padre es dueño de un cementerio y tiene que pagar enormes sumas de dinero: en impuestos,matraqueos absurdos e injustos, insumos tales como el cemento ~que se paga como oro~ y que no se encuentra a veces "ni bachaqueado", lápidas (a precios obscenos), grama que se seca por falta de agua y que es necesario reponer y ni hablar de los costos por la preservacion y cuido del resto de las áreas comunes. Las luchas estresantes con los obreros emponderados, sindicalizados y flojos, la inseguridad que obliga a reponer casi a diario hurtos de pequeño, mediano y gran calibre, la angustia de que lo asalten o plagien, las llamadas pidiendo favores para exoneraciones y las cuantiosas pérdidas que generan quienes se comprometen a pagar después de enterrado el cuerpo y luego nunca lo hacen, etc etc...
En fin
Un día a la vez
Hola, lamento el caso en concreto de tu padre. De igual forma mi artículo no busca incriminar de forma alguna las personas que se ocupan de los ritos sagrados, sino al contrario, del gobierno que ha convertido a la muerte tanto por violencia, como por falta de medicamentos en algo tan cotidiano, hacia allí va dirigida mi crítica; luego, bueno, quienes seguimos vivos tenemos que comer y trabajar; permítete leer el artículo una vez más, sobre todo el párrafo final y verás a lo que me refiero. Saludos.
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